DÍA SEGUNDO: NATIVIDAD
DE LA VIRGEN MARÍA
CANTO: ¿Quién será la mujer humilde que vivió en un pequeño
taller?
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros
enemigos, líbranos, Señor, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Amen.
ACTO DE CONTRICIÓN: Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre
verdadero…
ANTÍFONA: Elijo y consagro este templo para que esté en él mi
nombre eternamente. Mi corazón y mis ojos estarán siempre en él. (2º Crónicas
7, 16)
ORACION PARA TODOS LOS
DÍAS
Virgen Santísima del Remedio que en tu solicitud de Madre de
los hombres no te cansas de idear prodigios para remediar nuestras muchas
necesidades y que dejándote señalar en el humilde barro de una teja, recibes la
veneración de estos hijos que en Ti confían, a cambio de los innumerables
beneficios que les dispensas. Permite, Madre de bondad y ruega a tu Divino Hijo
que se graben cada vez más en nuestra alma sus saludables ejemplos para que
siguiendo las huellas de sus virtudes y estampándolas en el frágil barro de
nuestra humana condición, la transformen y eleven a las alturas de la gracia
para más tarde hacerla participar de los esplendores de la gloria. Amén.
MEDITACIÓN: NATIVIDAD DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
PUNTO 1º. Aparece María en el día de su Natividad dotada de grandes carismas de naturaleza y gracia. Por lo que toca a los bienes naturales, su carne era purísima por no haberla tocado el aire corrompido del pecado original, y su alma purísima también, sin nubes en la inteligencia, sin afectos desordenados en la voluntad y sin el fomes de la concupiscencia en los apetitos.
Pero aún son de mayor mérito los bienes de
gracia que atesora. Dice Sto. Tomás que Dios da a cada uno la gracia
proporcionada a la dignidad que ostenta; y siendo María destinada para la más
alta de todas las dignidades angélicas y humanas, la dignidad de Madre del
Verbo Divino hecho carne, corresponde que estuviera ornada de mayor gracia que
todos los ángeles y santos juntos.
(Breve silencio meditando)
PUNTO 2°. No nacemos nosotros revestidos en
esos dones de naturaleza y gracia de que es adornada María en la hora de su
nacimiento; pero somos reintegrados a la vida de la gracia por las aguas
purificadoras del bautismo, quedando convertidos en hijos de Dios. Y así
vivimos los primeros años de nuestra infancia. Pero cuando llegamos a ser
capaces de reflexionar sobre lo que esto significa ¿acrecentamos esa gracia con
merecimientos propios, o nos falta el tiempo para tirar por caminos de
perdición y derrochar la herencia paterna con una vida depravada ya en los
principios?
De María se dicen estas hermosas palabras: «Desde pequeña agradé al Altísimo » ¿Y acaso no se pueden decir de nosotros estas otras: «Pequeñito aún, y ya un gran pecador?» Alma mía, siempre es hora de arrepentirte y de volver a tu Padre y a tu Dios.
(Breve silencio meditando)
ORACIÓN
Tiernísima y delicada Virgen María, hecha trono en tu
nacimiento de las más elevadas distinciones, encanto de tus padres y admiración
de los hombres, que viniste al mundo como aurora feliz que anunciaba le venida
del Sol de Justicia, Cristo Jesús, sin haber pasado por la noche de la culpa
original; guía nuestros pasos desde que al nacer somos lanzados al camino de la
vida para que, disipadas las tinieblas del pecado, podamos gozar con la
presencia y efectos saludables de Aurora tan deseada y después nos aliente y
anime el sol de la gloria en el día eterno de nuestra resurrección; y al
presente concédenos la gracia que os pedimos en esta santa novena si es para
mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de nuestra alma. Amén.
Pedimos la gracia que deseamos alcanzar
(Tres Ave Marías)
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Virgen Santísima del Remedio, salud de los enfermos, consuelo de los afligidos y amparo de los que te invocan, no podemos alejarnos de tu presencia sin que antes recordemos con gratitud los beneficios recibidos de tus manos.
Tú vienes a nuestras casas cuando la enfermedad hace presa en alguno de nuestros miembros y al momento renace la tranquilidad y se despeja el horizonte de nuestras esperanzas. A Ti acudimos cuando la barquilla de nuestra fe amenaza naufragar en los escollos del mar proceloso de las pasiones, y eres faro esplendente que le señala el norte de la virtud y brisa suave que le alienta para arribar al puerto de la gloria. Tú eres la compañera inseparable de esta Comunidad que te guarda y venera como su tesoro. Tú eres el paño de lágrimas que enjuga las de todos los hijos de este pueblo que en Ti ponen su confianza; Tú resuelves nuestras dudas; Tú alivias nuestras penas; y con el mismo afán con que fijamos nuestros ojos en el barro de esa teja que has elegido como trono de tus bondades para venerar impresa tu sagrada imagen, recorremos uno por uno tus inmensos beneficios y los fijamos en las fibras de nuestro corazón para agradecerlos dignamente y, por tu mediación, reconocer al Dador de todo bien, Cristo Jesús, a quien sea dado todo honor y toda gloria en los siglos de los siglos. Amén.
HIMNO A LA VIRGEN DE LA
TEJA
Desde la tierra que nos engendra,
junto a la vida que Dios me dio,
he recibido por Madre tierna
la misma Madre del Redentor.
Busca el amparo bajo la Teja,
que nos protege como al Señor.
¡Qué bien me acuna!, ¡qué bien me
mece!
la misma Madre que al Salvador.
Ella me guarda bajo su manto,
y me conserva en el corazón.
Ella me cubre cual dulce Teja
de frío y lluvia de mal y sol.
En un convento de pobres Claras,
quiso María grabar un don,
sin moldearlo en barro cocido
para que crezca como el amor.
Sienta la Tierra dócil y limpia,
los mismos dedos del Creador.
Sienta mi alma la dulce dicha
de Nazaret en la Anunciación.
Ella me guarda bajo su manto,
y me conserva en el corazón.
Ella me cubre cual dulce Teja
de frío y lluvia de mal y sol.
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