jueves, 1 de abril de 2021

MONUMENTO 2021

 “ESTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS”


Simbolismo de nuestro monumento:

El color rojo baja desde arriba como si fuera una cascada, cubre la mesa y chorrea hacia abajo. Simboliza de sangre de Cristo derramada por nuestra salvación, desciende sobre la tierra para purificarla del pecado.



La iniciativa viene de lo alto, de arriba hacia abajo. Dios quiere salvar a la humanidad.

El blanco es el color del Cordero Inmaculado que quita el pecado del mundo.


En el centro está el sagrario, ahí está realmente presente Jesús, hecho pan de Vida para nosotros. 

Debajo del sagrario una copa que nos recuerda el cáliz amargo de la Pasión de Cristo. Nos remite a la oración de Jesús en Getsemaní: "Padre, si es posible, aparta de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya"

A la derecha del sagrario las espigas, que trituradas, amasadas y cocidas se convierten en pan. Este pan por la acción del Espíritu Santo se convierte en el Cuerpo de Cristo.

A la izquierda del sagrario una copa con uvas, que al ser machacadas, exprimidas sueltan su jugo que se convertirá en vino. El vino, bajo la acción del Espíritu Santo en la consagración, cambia de sustancia, convirtiéndose en la Sangre de Cristo.

A la derecha del sagrario un florero que parece un sol. 

Es la representación de la Eucaristía, verdadero sol, que es fuente de vida para nuestras almas.

La luz que irradia la Eucaristía está representada por el círculo amarillo de claveles y la flor dragonaria en forma de sol.


El color rojo que la circunda nos recuerda 

la humanidad de Cristo, tal como dice la carta a los Hebreos: 

“Los miembros de una familia son todos de la misma carne 

y sangre y de nuestra carne y sangre es también Cristo”.

 (Hebreos 2, 14)

Abajo en el centro está el lavabo 

para la lavatorio de los pies, es símbolo de la Eucaristía. 

El Evangelio de San Juan no describe la institución de la Eucaristía como los Evangelios Sinópticos; en lugar de ello describe el lavatorio de los pies. 

Cristo se rebaja, se humilla, se pone a nuestros pies para lavarnos de nuestros pecados, tomando la forma de siervo.

 

OFRECEMOS UNA PEQUEÑA REFLEXIÓN SOBRE EL TEXTO QUE HA INSPIRADO EL MONTAJE DE NUESTRO MONUMENTO

Durante el tiempo de Cuaresma hemos estudiado y meditado el libro del Éxodo.

Moisés, sacado de las aguas del Nilo, es adoptado por la hija del faraón. Ya siendo adulto, se ve obligado a huir a la tierra de Madián para salvar su vida. De este modo se convierte de cortesano en pastor.

Siendo pastor sube al monte Sinaí. Allí ve arder una zarza sin consumirse y al acercarse oye la voz de Dios:

“No te acerques, el suelo que pisas es sagrado.

Yo soy el Dios de tus padres: Abraham, de Isaac y de Jacob. He visto los profundos sufrimientos de mi pueblo en Egipto. He venido a liberarlos de sus opresores egipcios y a llevarlos a una tierra buena.

Ahora te voy a enviar al faraón, para que saques a mi pueblo de Egipto.

Pero, yo no soy la persona adecuada para esta tarea —le dijo Moisés a Dios. Ciertamente estaré contigo —le respondió Dios—, y esta es la demostración de que YO SOY el que te envío: cuando hayas sacado al pueblo de Egipto, tú y el pueblo me daréis culto en este monte”. (Ex. 3, 5-12)

Dios quiere un pueblo libre de toda esclavitud para convertirse en un pueblo sacerdotal que da culto al Único Dios.

Liberado de la esclavitud de Egipto y atravesado el Mar Rojo, el pueblo llegó al pie del Monte Sinaí. Allí Dios hizo Alianza con los israelitas y de las 12 tribus de Israel se constituye el PUEBLO DE DIOS.

LA ANTIGUA ALIANZA TIENE

UN MEDIADOR: Moisés, hace de puente entre Dios y el pueblo. Transmite al pueblo las Palabras de Dios e intercede en su favor cuando el pueblo peca y merece un castigo.

UNA PASO (PASCUA): De la esclavitud de Egipto a la libertad

UN PUEBLO: Israel, propiedad de Dios, heredad de Dios.

UNA TIERRA PROMETIDA: Canaán.

UNA LEY: Los 10 mandamientos.

UN CULTO: Descrito por la Tradición Sacerdotal en el Pentateuco.

UN TEMPLO: El de Jerusalén, situado en el Monte Sión, morada del Dios de Israel.

UNA PROMESA: “Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo”

Así describe el libro del Éxodo la Alianza al pie del Monte Sinaí:

“Entonces Moisés escribió todo lo que el Señor había dicho, y al día siguiente, muy temprano, se levantó y construyó un altar al pie del monte, y colocó doce piedras sagradas, una por cada tribu de Israel.

Luego mandó a unos jóvenes israelitas que mataran toros y los ofrecieran al Señor como holocaustos y sacrificios de reconciliación.

Moisés tomó la mitad de la sangre y la puso en unos tazones, para rociar al pueblo y con la otra mitad roció el altar.

Después tomó el libro del pacto y se lo leyó al pueblo, y ellos dijeron:

Pondremos toda nuestra atención en hacer lo que el Señor ha ordenado”. (Ex 24,4-7)

¿Y POR QUÉ ESTA ALIANZA SE RATIFICÓ CON SANGRE?

La ALIANZA de Dios con su pueblo debía ratificarse con sangre, porque la sangre es lo más santo y simboliza de la vida.

Según el libro del Levítico 17, 14 la vida de toda carne es su sangre. En la sangre está el alma. Por eso el sacerdote derramaba la mitad de la sangre sobre el altar, que representa a Dios y la otra mitad sobre el pueblo, estableciendo así entre Dios y el pueblo un PACTO DE SANGRE.

Dios y el pueblo cubiertos por la misma sangre, es decir por la misma vida.

Los que concluyen la alianza se convierten en una sola alma y se crea artificialmente un parentesco de sangre que antes no existía.

En ocasiones los antiguos pueblos orientales concluían la alianza con un banquete de comunión.

La noche que salieron los israelitas de Egipto, fueron untados los dinteles de las puertas con la sangre del Cordero Pascual, esta sangre los liberó del exterminio, por eso esta fiesta se conmemora de generación en generación.

Fue durante la cena pascual (según el Evangelista san Juan un día antes) cuando Jesús instituyó la Eucaristía. Él era el Verdadero Cordero Pascual.

La Alianza del Sinaí desempeñó un papel importante en la evolución de la esperanza mesiánica, pues fue considerada como garantía de la restauración de Israel.

“Aquel día ya no me dirás Señor mío, sino Esposo mío” (Os 2, 16)

“Te daré como lote mi fidelidad y conocerás al Señor” (Os 2, 20)

“Estableceré contigo una ALIANZA ETERNA y sabrás que yo soy el Señor”. (Ez 16, 62)

Esta Nueva Alianza anunciada por los profetas debía significar una transformación moral, una “nueva creación” del pueblo.

“He aquí que vienen días, Oráculo del Señor, en que haré con la Casa de Israel una NUEVA ALIANZA, meteré mi Ley en sus entrañas y la escribiré en sus corazones. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo y todos me conocerán”. (Jer. 31, 33-34)

“Os daré un CORAZÓN NUEVO y os infundiré UN ESPÍRITU NUEVO. Arrancaré vuestro corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Derramaré mi Espíritu y haré que caminéis según mis preceptos. Vosotros seréis mi pueblo y Yo seré vuestro Dios” (Ez 36, 26-28) 

LA NUEVA ALIANZA TIENE

UN MEDIADOR: Cristo

UNA PASO (PASCUA): De la esclavitud del pecado a la libertad de los hijos de Dios

UN PUEBLO: La Iglesia, formada por hombres de toda raza, pueblo y nación.

UNA TIERRA PROMETIDA: El cielo, el paraíso, vivir para siempre con Dios, los ángeles, los santos.

UNA LEY: Los 10 mandamientos adquieren una plenitud nueva con el nuevo mandamiento de Cristo: “Amaos unos a otros como Yo os he amado”

UN CULTO: La liturgia cristiana presidida por el Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza. En la celebración de los siete sacramentos es Cristo el que actúa.

UN TEMPLO: Es el Cuerpo de Cristo el verdadero templo, construido no por mano humana. Además cada hombre bautizado en gracia de Dios es morada de la Trinidad.

PROMESA CUMPLIDA: Con el envío del Espíritu Santo que hace Hijos de Dios y nos convierte en Nueva Creación. Así la muerte redentora de Cristo introduce una relación de reciprocidad con Dios totalmente nueva, una Nueva Alianza que sobrepuja a la Antigua como el Espíritu sobrepuja a la letra que mata.

LA NUEVA ALIANZA ES UN ACTO UNILATERAL DE LA VOLUNTAD DE DIOS QUE DEFINE LAS FUTURAS RELACIONES ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES Y DETERMINA EL PLAN SALVADOR DE DIOS.

Zacarías, padre de san Juan Bautista, canta la fidelidad de Dios, que ha cumplido las Promesas hechas a sus antepasados.

“Recordando su SANTA ALIANZA y el juramento que juró a nuestro padre Abrahám” (Lc 1, 72-73)

Las palabras de la consagración nos remiten al episodio que relata Éxodo 24, 8.

 “Porque esto es MI SANGRE DE LA NUEVA ALIANZA, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”. (Mateo 26, 28)

Jesús declara que la sangre del Cáliz es la sangre de la Nueva Alianza.

Esta alusión muestra que la sangre de Cristo restablece o inaugura de otro modo mejor las relaciones recíprocas entre Dios y los hombres.

Según los Evangelios Sinópticos estas son la palabras que pronunció Jesús en la Última Cena cuando instituyó el MEMORIAL  de su Pasión:

“Después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es LA NUEVA ALIANZA EN MI SANGRE, que por vosotros se derrama”. (Lucas 22, 20)

“Y tomó en sus manos una copa de vino y dio gracias a Dios por ella. Se la dio a ellos, y todos bebieron de la copa. Y les dijo: «Esto ES MI SANGRE, derramada como sacrificio por muchos”. (Marcos 14, 23-24)

“Este cáliz es LA NUEVA ALIANZA EN MI SANGRE (1 Corintios 11, 25)

Para san Pablo la Nueva Alianza concluida mediante la Sangre de Cristo es la Economía Divina de la Salud en la que los hijos de Dios gozan la libertad procurada por Cristo.

“Cristo es el Sumo Sacerdote de los bienes definitivos. No usó sangre de becerros, sino la suya propia, obteniendo la eterna redención” (Hebreos 9 11-20)

“Es imposible que la sangre de toros y machos cabríos quite los pecados, por eso al entrar Cristo en el mundo dijo: No te agradan los holocaustos ni sacrificios para quitar el pecado, por eso me has preparado un cuerpo, aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad. Y en virtud de esa voluntad somos santificados mediante el sacrificio del cuerpo de Jesucristo, ofrecido una vez y para siempre”. (Hebreos 10, 5-10)

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