
recordándonos nuestros orígenes: El hombre fue formado del barro de la tierra. El sentido de nuestra vida: un peregrinar hacia el Paraiso, "Tierra Prometida". Nuestro destino: Nuestro "barro" será divinizado. Porque Cristo lo asumió con su Encarnación. Con su muerte y resurrección nos ha hecho partícipes de su naturaleza divina.
"Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad al Justo. Ábrase la TIERRA y brote la salvación, y con ella germine la justicia"
(Is. 45, 8)"El Salvador del mundo aparecerá como el Sol naciente, y como la lluvia que empapa LA TIERRA descenderá al seno de la Virgen"
(Ant. Laudes 19 de Diciembre)
"La Verdad brota de la Tierra: la carne de María" (San Agustín. Liturgia del 24 de diciembre)
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