INCIAMOS NUESTRO CAMINO HACIA LA PASCUA
Día de ayuno y abstinencia
Al inicio de la Cuaresma, desde hace muchos siglos, la
comunidad cristiana recibe en la frente el austero signo de la ceniza, después
que la Palabra de Dios nos ha invitado a la conversión.
El simbolismo de la
ceniza es muy antiguo.
Si nos falta Dios, a causa de nuestras propias faltas,
entonces somos como ceniza; de ahí la frase bíblica:
“Acuérdate que eres polvo y en polvo
te has de convertir”.
El ser humano, privado del Espíritu es solo materia que,
eventualmente, dejará de vivir.
La ceniza era muy empleada en la cultura bíblica para
expresar arrepentimiento. Cuando se cometía alguna falta contra Dios y se
quería hacer penitencia, las personas se cubrían con ceniza desde la
cabeza.
Actualmente se prefiere emplear las palabras:
“Conviértete y cree en el Evangelio” (Mc 1, 15)
LOS ORIGENES
La Cuaresma es un tiempo de oración y de conversión para los
católicos de todo el mundo.
Este tiempo litúrgico surgió en la Iglesia como una
preparación inmediata para el bautismo de adultos que se efectuaba todos los
años la noche de la Pascua.
A partir del siglo IV esta preparación (catecumenado) duraba
tres años y concluía con unas semanas de preparación más intensa.
Esos días, que con el tiempo se convirtieron en 40, dieron
origen a la Cuaresma, que recordaba los 40 años que pasó el pueblo de Israel en
el desierto y los 40 días de Jesús en el desierto antes de empezar su vida
pública.
También la Cuaresma se originó como un tiempo de purificación
para los cristianos que habían cometido alguna falta —penitentes—. De ahí que
el rito de la imposición de la ceniza se empezara a usar para iniciar el tiempo
de preparación para el bautismo y purificación.
NOVENTA DÍAS FUERTES
Cuarenta días camino hacia la Cruz
Cincuenta días de Pascua camino hacia la plenitud del Espíritu.
Lo más importante de la Cuaresma es la Pascua, el paso a
través de la Cruz a la Vida nueva.
La consigna de este tiempo es la “Metanoia”, el cambio de
mentalidad. El hombre viejo debe dar paso en nosotros al hombre nuevo.
Somos invitados a confrontar día tras día nuestra existencia
con la Palabra de Dios para renovarnos de cara a la Pascua de Resurrección.
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