Hace 30 días que la imagen de la Virgen de Guadalupe vino de tierras lejanas para
visitar la de la Teja.
Poco después de la
conquista de Méjico por Hernán Cortés, aparecieron las primeras familias indígenas
cristianas. Juan Diego, nacido en 1474, pertenecía a una de estas familias. A
él se le apareció por primera vez la Virgen en la cima del Tepeyac el 9 de
diciembre de 1531. El 12 fue la cuarta aparición de la Virgen. Su deseo era que
le edificasen un templo en ese lugar. El signo que dio la Virgen para verificar
la aparición fueron unas rosas de Castilla recogidas por Juan Diego en su
tilma, que debía descubrir solo en presencia del obispo. Al dejar caer las
rosas ante el obispo apareció milagrosamente en ese instante una pintura de la
Virgen encinta con rasgos mestizos, un manto de estrellas, vestida de sol y la
luna bajo sus pies. Pidió ser honrada con el nombre de Guadalupe. Esta
tilma ha sido sometida a numerosos estudios que ponen de manifiesto su origen
sobrenatural. No es una pintura, son unos “pigmentos” que están como flotando
sobre la tela. El lienzo conserva la temperatura de una persona viva. En la
niña de los ojos de la Virgen está la escena del momento en que se apareció.
Guadalupe
significa en Nahuatl: la que pisa la serpiente.
Es muy densa la simbología que encierra
esta “pintura” realizada por la Virgen María. Las 2
manos de la Virgen de Guadalupe simbolizan la unión de las 2 razas, una
estilizada "conquistadores españoles" y una más gordita
""los indios” mejicanos.
Está
encinta y en su vestido aparece dibujada
la flor de cuatro pétalos que para los indígenas significaba:
“Aquí está el verdadero Dios”.
Por ello contribuyó tanto a la conversión
de los pueblos indígenas. Vestida de sol, su manto cubierto de estrellas,
símbolo del cielo, la divinidad que desciende sobre ella. Su vestido color
tierra y con adornos florales significa que ella está formada como nosotros del
barro de la tierra. Sobre este barro inmaculado descendió el Espíritu del Señor
y el Verbo se encarnó en sus entrañas. En María se unen el cielo y la tierra,
por ello un ángel toma con una mano parte de su manto y con la otra parte de su
vestido. La luna, que significa lo cambiante, está bajo sus pies. Una pintura
que es toda una catequesis para aquellos primeros cristianos que conocían el
lenguaje de los símbolos.
LA VISITA A NUESTRA COMUNIDAD DE ESTA
IMAGEN
El 19 de septiembre de 2017 hubo un gran
terremoto en Méjico, antes ya hubo incendios y otras desgracias. Una señora
joven recibió un encargo del Señor. Para que cesaran las desgracias debía edificar
3 cruces blancas de 7, 38 metros, la Santa Cruz Gloriosa de la Victoria, que se
apareció en Francia a Magdelaine.
Esta señora cumplió el encargo de Nuestro
Señor. El 29 de septiembre de 2018 (día de san Miguel) en la ciudad de Uruapan Michoacán fueron levantadas 3 cruces de amor 7.38 m.
Buscando en Internet información sobre
esta cruz, se encontró con la Virgen de la Teja y sintió que Ella la llamaba,
le pedía visitarla.
Hace 30 días, el 13 de noviembre vino a nuestra iglesia
acompañada por un buen grupo de mejicanos, entre ellos un padre franciscano Fray
Gabriel que pertenece a la OFM de la Provincia de los Santos Francisco y
Santiago en México.
Entre los peregrinos se encuentra también Karla
Murillo, una joven que ingresará como religiosa en “El Hogar de la Madre”,
joven congregación a la que pertenecía la conocida hermana Clare Crockett.
La procedencia de los peregrinos era
diversa: León Guanajuato, Uruapan Michoacan y Taretan, Michoacan, pertenecemos
a diferentes parroquias. Fue un recorrido Mariano (Medugorje, Garabandal y Villarrobledo) y a Tierra Santa.
El manto de la Virgen de Guadalupe, traído desde Méjico, descasa sobre las flores que adornan la imagen de la Virgen de la Teja.
DOS IMÁGENES DE LA VIRGEN realizadas por
Ella misma.
En su advocación de Guadalupe, ella se
dibuja y en la de la Teja Ella hace de alfarera de sí misma. En ambas aparece
la pierna de la Virgen en actitud de salida hacia aquel que la invoca.
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