domingo, 26 de marzo de 2017

POESÍA A PALOMA Y LA VIRGEN DE LA TEJA. TESTIMONIO DE UN PILOTO

DÉCIMAS PARA PALOMA G. B.   
Ángel Ferrero

Paloma Gómez Borrero
que, como arrullo cristiano,
llevabas siempre en tu mano
tu corazón pregonero.
Tu pie se volvió romero
y, al paso pontifical,
alcanzaste altura tal
que por subir tu nivel
hoy te ha elevado hasta Él
el mismo Rey Celestial.

Hoy la Virgen de la Teja,
al final de tu camino,
desde el alero divino
en el que Ella se bosqueja,
mieles te ofrece de abeja
del divino colmenar,
mientras se la oye exclamar
de modo quedo, muy quedo:
porque aquí en Villarrobledo
me quisiste visitar.

26 de marzo de 2017 

TESTIMONIO de:
Vicente Girón Benavides y Moragón, piloto de Iberia y descendiente nº 16 de los fundadores de este monasterio.
En la fotografía, el día del inicio del 4º centenario de la fundación de nuestro monasterio

PAZ Y BIEN
         Me uno al homenaje a Paloma. Descanse en paz y le dedicaré la Misa que oiré mañana por su eterno descanso. La conocí personalmente; ella estaba casada con un piloto de Alitalia cuando yo era Comandante de Iberia. Cierto día de los muchos que volé a Roma, ella tenía que venir a Madrid y viajaba con un billete "free" (gratuito) al que tenía derecho dado el cargo de su marido, pero el vuelo estaba completo. Entonces pidió hablar conmigo y yo le ofrecí transportarla en uno de los asientos libres de la propia cabina de mando. Aunque yo la conocía por sus crónicas de RTV y sabía que era de Pedroñeras, le dije que yo también era manchego y no podía permitir que la esposa de un compañero se quedase en tierra. Charlamos e hicimos buena amistad durante el vuelo. Luego me dijo que si podía hacer algo por mí. Le contesté que sí; que me enviara una estampa del Papa, que era entonces Juan XXIII, con su bendición para mi madre. 
         Al poco tiempo la recibí tal y como se la había pedido, pero de tamaño gigante (tipo calendario). Mi madre la tuvo siempre en una pared de su dormitorio. Cuando voy a Villarrobledo, al pasar por Pedroñeras siempre me acuerdo de ella, pero no coincidió que pudiera visitarla porque andaba ella siempre por Roma. En otra ocasión también voló conmigo desde allá, pero esa vez si tenía plaza como pasajera; no obstante cuando la azafata al dar la bien venida al pasaje anunció mi nombre como era preceptivo e inmediatamente le solicitó que quería saludarme personalmente. Cuando me lo dijo la azafata le contesté que la trajera a cabina inmediatamente. Nos dimos un abrazo de buenos amigos y al llegar a destino nos despedimos "hasta la próxima". Ayer cuando vi en el periódico y en la tele la noticia de su fallecimiento, recordé todo esto y sentí un gran dolor. Cuando a mí me toque este término estoy seguro que ella le pedirá a San Pedro que me abra la puerta.
     Un saludo a toda la Comunidad.
Vicente Girón Benavides y Moragón   


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