En la 3ª Carta.
“A la hermana Inés, Clara, sierva de las Hermanas Pobres, le AUGURA los gozos de la salvación eterna en el Autor de la misma y cuanto de bueno pueda DESEARSE.”
“TE DESEO en todo momento salud en el Señor, como me la DESEO a mí misma.”
En la 4ª Carta.
“A quien es la mitad de mi alma, a la Señora Inés, Clara le DESEA salud y que cante el cántico nuevo ante el trono de Dios y siga al Cordero a donde quiera que vaya”.
“Aunque no te he escrito con la frecuencia como lo DESEAN Y ANHELAN tu alma y la mía, no creas que el FUEGO DEL AMOR que te tengo arde menos, afectuosamente en las entrañas de tu madre. Me lo ha impedido la falta de mensajeros y el peligro de los caminos.”
“Mira este Espejo (Cristo nacido en un pesebre y muerto afrentosamente) así te inflamarás más y más en el fuego de la caridad. Y SUSPIRANDO DE AMOR y forzada por la violencia del ANHELO de tu corazón exclama en alta voz: “Atráeme”, correremos”.
“Mira en mis letras el afecto de madre que te profeso a ti y a tus hijas, ARDIENDO en vuestro amor cada día.”
¡qué bonito! y que profundidad si llegásemos a identificarnos con Jesús siquiera un poquito, si como Clara al mirarme en el espejo, viese a Jesús, si viese a Jesús en el hermano, en el projímo.
ResponderEliminar¡Ojala y esta Cuaresma encontremos algo de ese Amor de Clara!
Seguir al Cordero a donde quiera que vaya!!! precioso!!! como nos dice hoy la liturgia: empujados por el Espíritu al desierto... donde sea, donde sea...
ResponderEliminarMuchas gracias, Hermanas, por compartir con nosotros!!!!