TRAS SU PARTIDA AL CIELO
Sor Margarita, nació en La Alberca del Záncara (Cuenca) el 28
de febrero de 1939. Poco después fue bautizada con el nombre de Cándida.
Cuando se conocieron sus padres, eran viudos los dos.
Paca, se quedó viuda a los 30 años con una niña pequeña, María
Josefa.
Bernabé era 21 años mayor que ella y tenía cinco hijos ya criados:
Sotera, Bernabé (que era el padre de Bernabé Tierno, el prestigioso psicólogo
que tantas publicaciones tiene de auto ayuda y de valores humanos; y su hermano
José Luis pintor y compositor de numerosas óperas, autor del libreto y la música,
y director del primer musical de la historia sobre Ana Frank, que se estrenó en
Madrid en 2008) Cándido, Felipa, Faustino.
Cándida de joven era muy guapa, tuvo varios pretendientes,
pero ella lo tenía claro, quería consagrarse al Señor.
Cuenta su hermana Paquita que de jóvenes iban las dos a vendimiar,
y recuerda que era tenía mucho carácter, era simpática, inocente y alegre.
Cándida tenía 5 años cuando su hermana Felipa ingresó con las
clarisas de Villarrobledo, en diciembre de 1944, tomando el nombre de sor
Soledad, por lo que solía venir por el convento para ver a su hermana que era
21 años mayor que ella.
El 29 de mayo de 1961 ingresó en el monasterio tomando el
nombre de sor Margarita. Su padre ya había fallecido y su madre se alegró mucho
de que su hija fuera monja.
Sor Margarita ingresó como hermana lega, igual que su hermana
Felipa, que en el convento tomó el nombre de sor Soledad.
Le encargaron el cuidado de la granja, junto con sor Trinidad
y sor Asunción. También atendía al portón junto con sor Trinidad, ayudaba en la
cocina, en las tareas del monasterio y en la confección de escapularios.
Respecto a sus cualidades personales, tenía un gran oído y bonita
voz para cantar, eso es muy propio de la familia “Tierno”, era muy ordenada,
sencilla, austera, trabajadora, desprendida, todo lo daba. Durante su
enfermedad nunca se le oyó una queja. Pasaba el domingo todo el día con el
Santísimo y le encantaba rezar el Santo Rosario.
Cuando tenía 33 años le diagnosticaron un cáncer de mama muy
avanzado. Se pensaba que no lo superaría. La madre María Luisa escribió una
carta al padre Pío de Pietrelcina pidiéndole que rezara por sor Margarita.
Gracias a Dios se curó completamente.
Gozaba de muy buena salud. No iba nunca al médico ni tomaba ninguna
medicina.
Para ella fue una prueba dura la muerte de su hermana sor
Soledad en 2007. Cuando fue ingresada en el hospital de Villarrobledo, quería
quedarse día y noche con ella cuidándola. Su partida la dejó muy triste.
Cuando empezaron a ingresar las jóvenes en 2015, disfrutaba
mucho con ellas en los recreos comunitarios. Era la primera en participar en las
actividades lúdicas que preparaban.
De ella nos dicen personas que la conocieron:
“Tenía nombre de flor y ella desprendía los aromas
franciscanos de la sencillez y la alegría. Ella descansa ya dentro del Corazón
de Jesús, en la gloria del Paraíso”
“Siempre que iba el domingo con el Santísimo la veía cerca de
la reja y saludaba con una hermosa sonrisa”
En 2022 se puso mal, le detectaron arritmia, luego empezó a
usar la silla de ruedas. Fue deteriorándose poco a poco y en 2024 ya no se
podía levantar de la cama.
Empezó a tener problemas gástricos y hubo que llevarla varias
veces de urgencia al hospital. La cabeza la tuvo lúcida hasta los últimos
momentos.
El 2 de agosto de 2025 le dio un ictus. Estuvo doce días
ingresada y le dieron el alta. El médico dijo que era grave y que no se repondría. Pero la vimos mejorar poco a poco en el convento y pensábamos que lo
iba a superar. El domingo 17 de agosto estábamos muy contentas con ella, pues
habría sus ojos y hablaba. Pero el lunes 18 de agosto por la mañana se puso muy
grave, y empezó apagarse poco a poco.
Por providencia de Dios vino a nuestra iglesia esa misma
mañana un sacerdote de Villarrobledo que está de párroco en Madrid. Una hija
espiritual de san Pío de Pietrelcina le regaló hace tiempo como reliquia un
guante del padre Pío, que él siempre lleva con él.
Cuando lo vimos, pasó a la clausura con el gran relicario,
todas lo veneramos y sor Margarita lo agarró con fuerza mientras él rezaba por
ella.
Cuando la comunidad acabó de comer, dos hermanas la asistían
y se lamentaban por ella porque empeoraba. Una dijo: ¿Qué vamos
a hacer? Y la otra respondió: Seguro que el Señor la quiere plantar ya
en su Jardín del paraíso.
Por la tarde a las seis y media expiró rodeada de todas sus
hermanas, mientras le rezaban la recomendación del alma.
En el momento de expirar vino su hermana Paquita y sus dos
sobrinas, Adela y Paqui, se quedaron toda la tarde con ella.
Se aplicó la misa por su alma dos horas después de haber expirado.
El entierro fue el martes 19. Presidió la Eucaristía el
Delegado de la Vida Consagrada de la diócesis de Albacete, don Pedro Ortuño,
concelebrando cinco sacerdotes.
Sor Margarita era una hermana muy querida y hemos sentido mucho su partida.
Ahora la mejor forma de ejercitar la caridad con ella es rezando por el eterno descanso de su alma para que, si no estuviera ya, cuanto entre a gozar de la presencia de su Divino Esposo.
Por estatutos particulares le aplicaremos las misas gregorianas por su eterno descanso.Sentimos mucho su ausencia, pero en medio del dolor nos ha dejado una gran paz en el alma tras su partida al cielo.
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