El
iniciador del culto litúrgico de los Sagrados Corazones de Jesús y de María fue
Jean Eudes en 1668-1670; pocos años después, en 1673, Santa Margarita María
Alacocque (1647-1690), religiosa salesa de Paray le Monial, tuvo su primera
revelación, orientándose su fervor hacia el de Cristo solo; la devoción fue
consagrada oficialmente en 1685. En 1765 fue aprobada por Clemente XIII y en la
citada localidad francesa fue celebrada por primera vez la fiesta litúrgica del
Sagrado Corazón.
No
se trata de una devoción “rancia” o pasada de moda, sino completamente actual.
La verdadera devoción al Corazón de Jesús es eminentemente eucarística.
La
Unión Eucarística es la verdadera y auténtica devoción. Si no hay Eucaristía, el
Corazón de Jesús dejará de latir en el mundo y el mundo morirá.
Lo
que persigue la devoción al Corazón de Jesús es que el alma se una con Jesús Eucaristía,
llegando a ser uno en el amor con Él.
El
alma es casi infinita, porque es eterna; es morada de Dios Trino y Dios es
infinito.
EL
CORAZÓN DE JESÚS DESEA NUESTRA ALMA, DESEA UNIRSE A ELLA COMO UN ENAMORADO.
Piensa en Él como tu único amor.
Consagración al Sagrado Corazón de Jesús
de Santa Margarita María de Alacoque
Me entrego, y al Sagrado Corazón de Nuestro Señor
Jesucristo consagro sin reservas mi persona, mi vida,
mis obras, mis dolores y sufrimientos.
Jesucristo consagro sin reservas mi persona, mi vida,
mis obras, mis dolores y sufrimientos.
Me comprometo a no usar parte alguna de mi ser sino es para
honrar, amar y glorificar al Sagrado Corazón.
Este es mi propósito inmutable: ser enteramente suya y hacer todas
las cosas por su amor.
Al mismo tiempo renuncio de todo corazón a todo aquello que le
desagrade.
Sagrado Corazón de Jesús, quiero tenerte como único objeto
de mi amor. Sé, pues, mi protector en esta vida y garantía
de la vida eterna.
Sé fortaleza en mi debilidad e inconstancia.
Sé propiciación y desagravio por todos los pecados de mi vida.
Sé propiciación y desagravio por todos los pecados de mi vida.
Corazón lleno de bondad, sé para mí el refugio en la hora de
mi muerte y mi intercesor ante Dios Padre.
mi muerte y mi intercesor ante Dios Padre.
Desvía de mí el castigo de Su justa ira.
Corazón de amor, en Ti pongo toda mi confianza.
De mi maldad todo lo temo.
Pero de tu Amor todo lo espero.
Erradica de mí, Señor, todo lo que te disguste o
me pueda apartar de Ti.
me pueda apartar de Ti.
Que tu amor se imprima tan profundamente en mi corazón que jamás
te olvide yo y que jamás me separe de Ti.
Señor y Salvador mío, te ruego, por el amor que me tienes,
que mi nombre esté profundamente grabado en tu sagrado Corazón;
que mi felicidad y mi gloria sean vivir y morir en tu servicio.
Señor y Salvador mío, te ruego, por el amor que me tienes,
que mi nombre esté profundamente grabado en tu sagrado Corazón;
que mi felicidad y mi gloria sean vivir y morir en tu servicio.
Amén.
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