viernes, 2 de febrero de 2024

DIA DE LA CANDELARIA

 JORNADA MUNDIAL DE LA VIDA CONSAGRADA


El día dos de febrero se celebra la fiesta de la Presentación del Niño Jesús en Templo de Jerusalén, a los cuarenta días de su nacimiento. 

Según la ley de Moisés, todo primogénito varón debía ser ofrecido a Dios y rescatado por un novillo o un par de tórtolas, si la familia era pobre, como era el caso de José y María.

Cuando la Sagrada Familia entró en el templo un anciano, llamado Simeón, se acercó a ellos, tomo al Niño Jesús en brazos y rezó a si a Dios Padre:

“Ahora, Señor, según tu promesa, 

puedes dejar a tu siervo irse en paz

porque MIS OJOS HAN VISTO A TU SALVADOR, 

a quien has presentado ante todos los pueblos, 

LUZ PARA ALUMBRAR A LAS NACIONES 

Y gloria de tu pueblo Israel”.

Como una muestra de fe en CRISTO, que ES LA LUZ DEL MUNDO, el día de hoy empezamos la misa procesionando hacia el altar con un cirio en nuestras manos.  

Por eso se conoce el día de hoy como la fiesta de las candelas o de la Candelaria.

La carta a los Hebreos recoge las palabras del salmo 39, refiriéndose a Jesús:

“Cuando Cristo entró en el mundo dijo lo que está escrito en libro: Aquí estoy yo, oh Dios, para hacer tu voluntad”. (Hb 10, 7)

Los consagrados, por medio de los votos de pobreza, castidad y obediencia, hacemos nuestras las palabras de Jesús: 

“Aquí estoy, oh Dios para hacer tu voluntad, pues llevo tu Ley en las entrañas”.

Este ha sido el lema escogido para la Jornada Mundial de la Vida Consagrada de este año.

Como Consagradas, estamos FELICES DE VIVIR PARA DIOS; de no tener voluntad propia; pues hacemos nuestra la voluntad de Dios y esto nos hace libres.

Los tres votos son una manera concreta de vivir nuestra relación con el Señor.

Lo que Dios pide de mí, es aquello para lo que sido creada, para lo que he venido al mundo.

EL VOTO DE POBREZA me libera del apego de las cosas de este mundo.

POR EL VOTO DE CASTIDAD elijo amar a Dios sobre todas las cosas, sin mediaciones. Se trata de un amor esponsal, que me hace amar a Dios con mi cuerpo y con mi alma.

POR EL VOTO DE OBEDIENCIA elijo poner la voluntad de Dios por delante de la mía.

Esto puede ser posible solo desde un gran amor a Dios, que te lleva a la entrega total de ti mismo, sin reservas.


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