viernes, 28 de diciembre de 2018

UN DÍA DE RETIRO EN EL MONASTERIO

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¿Quieres hacer un día de retiro?
Reserva un tiempo solo para ello, separado del bullicio, en soledad y silencio. Ponte en presencia de Dios, sintoniza con tu corazón y después medita punto por punto lo que vas a leer a continuación.
Esta comunidad es lo que ha hecho el día de hoy y quiere compartir contigo, querido lector, por si te sirve de provecho espiritual.
Todo el bien que hemos recibido con estas meditaciones no podemos dejarlo enterrado en las pareces del monasterio, cuando muchas personas pueden beneficiarse de ello.

Aquí te lo ofrecemos. Pide al Espíritu Santo te ayude a captar el contenido y sentido profundo de estas meditaciones.
MEDITACIÓN DE LA MAÑANA
Estamos en Navidad y empezamos con la cita que nos ofrece la liturgia tomada de la carta de Tito capítulo 2, 11:


“Ha aparecido la gracia de Dios y su amor por la humanidad”.
Con el NACIMIENTO del Hijo de Dios se ha hecho visible la bondad de Dios. DIOS HECHO NIÑO
En Jn 17, 26 ora Jesús al Padre:
“Yo les he dado a conocer tu nombre, (es decir Dios mismo) para que el amor que me tienes esté en ellos”.
Este CONOCER no es un conocimiento intelectual de ideas o conceptos abstractos, sino por COMUNICACIÓN DE AMOR



El amor no solo se expresa con palabras, sino con gestos y acciones. Jesucristo nos ha manifestado su amor con su nacimiento, su vida, su palabra, lavando los pies de los apóstoles (incluso del traidor), con su pasión y quedándose con nosotros en la Eucaristía. Y en este CONOCER a Dios, entrar en comunión con Él, consiste la vida eterna.

Pensamos en el diálogo que encontramos en el “Divino Impaciente” de José María Pemán: “Aquel que se salva sabe y el que no, no sabe nada”.

REFLEXIONAMOS CON ESTAS PREGUNTAS:
* En Cristo ha sido revelado el amor de Dios, ¿cómo acojo yo este amor?
*¿Qué conocimiento tengo de Cristo? ¿por lo que me dicen? ¿o por el trato personal?
*¿Qué hago para conocer mejor a Cristo? ¿Qué tiempo le dedico?

REDENCIÓN
El Verbo no solo se hace hombre para revelarnos el amor de Dios por la humanidad, sino para redimirnos del pecado.
San Pablo habla a los Romanos de los diferentes pecados de los hombres.

“Y como no tuvieron a bien ahondar en el verdadero conocimiento de Dios, los abandonó Dios a los descarríos de su mente insensata para que hicieran lo que no conviene. Por eso están llenos de toda injusticia, perversidad, codicia, maldad, envidia, homicidio, contienda, engaño y malignidad. Por eso son difamadores, detractores, enemigos de Dios, ultrajadores, altaneros, fanfarrones, ingeniosos para el mal, rebeldes a sus padres, insensatos, desleales y despiadados, pero además, aunque saben que Dios declara reos de muerte a los que practican tales cosas, no solamente las practican sino que aprueban a los que las cometen” (Rm. 1, 28-32)



A este mundo de pecado y de inmundicia envía Dios a su Hijo. Cristo vino para salvarnos del pecado, pero la realidad es que los hombres prefieren vivir en las tinieblas del pecado. Ni acogieron a Cristo cuando vino ni lo acogen ahora. El hombre no hace lo que Dios quiere y por eso prefiere vivir en las tinieblas, se esconde de Dios porque le tiene miedo.

“Y el juicio consiste en que la luz vino al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal odia la luz y no se acerca a ella para que nadie censure sus obras” (Jn. 3, 19-21)

REFLEXIONAMOS CON ESTAS PREGUNTAS:
*¿Qué hay en mi corazón, luz o tinieblas?

*¿A qué zona de mi persona no dejo  entrar la luz de Dios? Que no se descubran las heridas y debilidades que tengo: miedo, culpabilidad, hábitos, costumbres, pecado, conflictos emocionales, heridas que nos han hecho otras personas…

*¿Soy testigo de la luz? Una joya limpia recibe y refleja la luz de Dios.

Podemos ser agujeros negros, engullir la luz de Dios, cerrándonos en egoísmos o miedos, causando a nuestro alrededor problemas y malestar.

DON DEL ESPÍRITU SANTO

El Verbo no solo se hace hombre para revelarnos el amor de Dios por la humanidad, sino para redimirnos del pecado y llenarnos del Espíritu Santo.



Un vaso que está lleno de vinagre, si lo quiero llenar de miel, debo primero vaciarlo del vinagre y luego llenarlo. Nosotros estábamos sucios por nuestros pecados. La sangre de Cristo nos lava de los pecados, nos limpia y una vez purificados ya podemos llenarnos del Espíritu Santo.



Dejar que Dios nos purifique del pecado no es tarea fácil. Solos no podemos desprendernos de vicios, apegos y pecados. Debemos dejarnos hacer por Dios y es una tarea dolorosa.

Para ello es conveniente la ayuda de un acompañante espiritual. Abrirnos con sinceridad a él. Si pienso: “¿Cómo voy a decir esto? ¿qué va a pensar de mí? ¿me va a rechazar? Y no soy transparente nunca daré un paso en la vida espiritual.

MEDITACIÓN DE LA TARDE

VIDA EN EL ESPÍRITU

El Espíritu Santo está en el comienzo de toda vida cristiana y su acción debe acompañarnos siempre, sin Él nada podemos. Es Señor y dador de Vida. Alimenta y sostiene nuestra vida espiritual. Nuestras obras sin Él serían estériles.

*¿Cómo recibir la gracia del Espíritu Santo?

*¿Cómo estar abiertos a su acción?


Lo importante es DEJARNOS HACER. Descubrir qué es lo que Dios quiere de nosotros. No que nos ayude en nuestros proyectos, sino preguntarle cuáles son sus proyectos sobre nosotros. A veces Él nos enriquece con sus dones y otras nos “empobrece”, nos poda para que seamos humildes. 

¿Estoy en sintonía con lo que Dios quiere de mí?

Importante el reconocernos criaturas dependientes de Dios. No somos perfectos. Reconocer que si hacemos algo bueno es consecuencia de nuestra unión con Cristo.
Si aprendemos a recibir los dones del Espíritu, podremos transmitir a los demás, seremos cauces para que a otros llegue la gracia de Dios.


8 ACTITUDES PARA COLABORAR CON EL DON
1.    Perseverancia en la oración.
2.    Confianza
3.    Obediencia
4.    Humildad
5.    Paz interior
6.    Vivir el presente
7.    Desprendimiento
8.    Gratitud
1 PERSEVERAR EN LA ORACIÓN

¿Qué deseas pedir al Espíritu Santo?
Si te cuesta perdonar, ¿pides a Dios que te ayude a perdonar?  Si eres impaciente, ¿pides paciencia? Pero después de pedir debo asumir las consecuencias de lo que Dios me dé. San Agustín le pedía a Dios el don de la castidad. La castidad implica el estar desprendido de afectos pecaminosos o de apegos.
El Espíritu Santo nos cambia, nos libra de la esclavitud del pecado, si se lo pedimos y nos dejamos hacer por Él.
Tu oración puede ser silenciosa, acogiendo con fe la presencia amorosa de Dios. Constante, tomando a Dios como el compañero invisible de cada momento de tu vida agradable o desagradable. Si has pecado, pidiendo perdón al único que puede salvar y librar del pecado. Si te sientes débil, pidiendo fuerzas al que te las puede dar.

2. CONFIANZA
Abramos el corazón al amor de Dios. El pecado nos hace ver a Dios como un enemigo peligroso y nos escondemos de Él como ocurrió en los orígenes con Adán.
Dios no nos pide que seamos perfectos, sino que confiemos en Él. Lo que le duele no son nuestras caídas, sino nuestra desconfianza. Escucha a Jesús que te dice por medio de Santa Faustina Kowalska:
“Mi gozo es darte mucho, me entristece que las almas encojan su corazón. Estoy deseando dar.”

3. OBEDIENCIA
“Dios da su Espíritu a los que le obedecen” (Hch. 5, 32)
Dice Jesús: “Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo concederá” Debemos pedir en unión con Jesús al Padre y la actitud de Él fue: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”. Esa debe ser nuestra actitud ante la oración. Estar dispuestos siempre a hacer la voluntad de Dios. Solo así podremos disponernos a recibir el Don del Espíritu Santo.
La voluntad de Dios se expresa por mediaciones: su Palabra, la autoridad, las mediaciones, los acontecimientos la vida ordinaria.
Cuando obedecemos las mociones del Espíritu Santo nos hacemos capaces de recibir más gracia.
A veces por descuidos personales o ajenos suceden tragedias o accidentes, la naturaleza provoca desastres con muchas muertes. ¿PUEDE SER ESTO VOLUNTAD DE DIOS? No, Dios no quiere el mal. Pero de ese mal Dios puede sacar un bien para mí salvación o la de otras personas, pues todo sirve para bien de los que aman a Dios. Aunque me cueste comprenderlo. La vida a veces nos conduce por caminos que no hemos elegido

4. HUMILDAD
“Revestíos de humildad, pues Dios da su gracia a los humildes, pero resiste a los soberbios” nos dice el apóstol san Pedro en su primera carta.
Lo primero que debemos hacer es reconocer nuestras faltas y pecados y arrepentirnos. Hay quien va a confesar y dice: “Yo no tengo pecados pues ni mato ni robo”. Necesitamos la luz del Espíritu Santo para conocer nuestros pecados.
Debemos conocer y aceptar nuestras debilidades y limitaciones. Escribía santa Teresita del Niño Jesús: “Lo que agrada a Dios es ver que amo mi pequeñez y mi pobreza”
Como hizo Jesús ante Judas: rebajarnos por amor ante los demás hasta lavar los pies.

5. PAZ INTERIOR
Cada vez que aceptamos con amor lo que nos desagrada o contraría el Espíritu de Dios reposa sobre nosotros. Debemos esforzarnos por conservar la paz interior.
Cuando estamos agitados, inquietos, nerviosos, turbados somos incapaces de recibir la unción del Espíritu.
Para hacer un buen discernimiento y tomar decisiones importantes en la vida debemos hacerlo con calma, como decía santa Teresa: “En tiempo de tribulanza no hacer mudanza”. Si una persona desea de verdad hacer la voluntad de Dios debe tomar las decisiones oportunas en paz y sosegado.

6. VIVIR EL PRESENTE
La gracia de Dios actúa solamente en el momento presente. Es como si el cielo estuviera abierto, a nuestra disposición para concedernos lo que necesitamos. Si estamos anclados en el pasado por el remordimiento o el resentimiento. Si estamos agobiados por el futuro porque algo nos inquieta  o preocupa nos estamos perdiendo lo mejor: LA GRACIA QUE ESTÁ ACTIVA EN ESE INSTANTE PRESENTE.

7. DESPRENDIMIENTO
Debo estar abierto a la novedad de Dios, dejarme llevar por sus caminos, dejarle actuar, tener un corazón libre. Si estoy apegado a mis planes y proyectos, a mis ideas y criterios ¿qué espacio dejo al Espíritu Santo?

8.    GRATITUD
Cuando reconocemos que todo lo que tenemos y somos es don de Dios y se lo agradecemos nos hacemos más receptivos. Nuestro corazón está más dispuesto a acoger la gracia de Dios.
La queja, la envidia, la ingratitud, nos privan de los dones de Dios.




2 comentarios:

  1. Buenas Hermanas, un retiro muy bien aprovechado...me es útil. Gracias por compartirlo. Un abrazo a todas y cada una...Paz y Bien. Buenas noches.

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  2. Paz y bien.
    Que el Espíritu Santo y la luz sigan siendo guía del sosiego de los hombres y mujeres.

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