martes, 2 de octubre de 2018

NOVENA A SAN FRANCISCO DE ASÍS día 9


EN EL NOMBRE DEL PADRE DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO. AMÉN

DÍA 9º

-Tú conoces mi corazón, Señor ten piedad.
- Tú sabes cómo es el fondo de mi alma, Cristo ten piedad.
- Tú eres mi camino y mi descanso, Señor ten piedad.

OREMOS A DIOS CON SAN FRANCISCO

Oh alto y glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón. Dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y verdadero mandamiento.

REFLEXIÓN
CÓMO ERAN LAS LLAGAS DE SAN FRANCISCO

Así relata San Buenaventura la verificación de las llagas de Francisco después de su muerte:


Al emigrar de este mundo, el bienaventurado Francisco dejó impresas en su cuerpo las señales de la Pasión de Cristo. Se veían en aquellos dichosos miembros unos clavos de su misma carne, fabricados maravillosamente por el poder divino y tan connaturales a ella, que, si se les presionaba por una parte, al momento sobresalían por la otra, como si fueran nervios duros y de una sola pieza. Apareció también muy visible en su cuerpo la llaga del costado, semejante a la del costado herido del Salvador. El aspecto de los clavos era negro, parecido al hierro; mas la herida del costado era rojiza y formaba, por la contracción de la carne, una especie de círculo, presentándose a la vista como una rosa bellísima. El resto de su cuerpo, que antes, tanto por la enfermedad como por su modo natural de ser, era de color moreno, brillaba ahora con una blancura extraordinaria. Los miembros de su cuerpo se mostraban al tacto tan blandos y flexibles, que parecían haber vuelto a ser tiernos como los de la infancia.


Tan pronto como se tuvo noticia del tránsito del bienaventurado Padre y se divulgó la fama del milagro de la estigmatización, el pueblo en masa acudió en seguida al lugar para ver con sus propios ojos aquel portento, que disipara toda duda de sus mentes y colmara de gozo sus corazones afectados por el dolor. Muchos ciudadanos de Asís fueron admitidos para contemplar y besar las sagradas llagas. Uno de ellos llamado Jerónimo, caballero culto y prudente además de famoso y célebre, como dudase de estas sagradas llagas, siendo incrédulo como Tomás, movió con mucho fervor y audacia los clavos y con sus propias manos tocó las manos, los pies y el costado del Santo en presencia de los hermanos y de otros ciudadanos; y resultó que, a medida que iba palpando aquellas señales auténticas de las llagas de Cristo, amputaba de su corazón y del corazón de todos la más leve herida de duda. Por lo cual desde entonces se convirtió, entre otros, en un testigo cualificado de esta verdad conocida con tanta certeza, y la confirmó bajo juramento poniendo las manos sobre los libros sagrados.


Al día siguiente, el cortejo fúnebre se encaminó hacia San Damián y después a la iglesia de San Jorje, donde fue sepultado.​ Fue canonizado el 16 de julio de 1228. Sus restos se encuentran en la Basílica de San Francisco en Asís.

Pídase la gracia que deseemos alcanzar en esta novena

ACLAMACIONES

-Demos gracias a Dios, nuestro Padre, porque por medio de san Francisco de Asís nos ha llamado a vivir su verdad y su amor. (Padrenuestro…)

-Demos gracias a Dios, nuestro Padre, porque ha querido que su mensaje salvador sea llevado a toda la tierra por medio de los franciscanos. (Padrenuestro…)

-Demos gracias a Dios, nuestro Padre, porque quiere que Francisco de Asís tenga cada día nuevos seguidores e imitadores. (Padrenuestro…)

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Señor Jesús, nuestros deseos más íntimos te buscan y te invocan. Nuestros anhelos más profundos te reclaman. Todos necesitamos de ti: el enfermo, el sediento, el que busca la belleza, el que ansía la verdad, el que se esfuerza por conseguir la paz… te está buscando a ti que eres la saciedad y la belleza plena, la única paz donde pueden descansar nuestros corazones.
Muéstranos tu rostro, Señor. Queremos hacer un mundo mejor. Danos un corazón humilde como el de san Francisco para que sembremos a nuestro alrededor la paz y el bien. Amén.





1 comentario:

  1. Qué todo nos haya servido pará pensar y meditar qué Dios existe y no nos a vandona. Los qué lo abandonamos somos nosotros con nuestros pecados.

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