martes, 25 de febrero de 2020

CUARESMA 2020

“CONVERTÍOS Y CREED EN EL EVANGELIO”

Nos dice el sacerdote cuando nos impone la ceniza, como señal de penitencia.


Con estas misma palabras inició el papa Pablo VI

La Constitución Apostólica “Penitemini”

por la que se reformaba la disciplina eclesiástica de la penitencia después del Concilio Vaticano II.

Con el miércoles de ceniza toda la Iglesia inicia un camino penitencial de preparación para celebrar el Misterio Pascual de Cristo, centro de la vida cristiana.


Fue por el Misterio Pascual de Cristo que se consumó la salvación de la humanidad y se inauguró el tiempo nuevo de la Redención. Los hombres participamos de la vida divina gracias al supremo sacrificio, de valor infinito, que Jesús ofreció a Dios derramando su sangre en la cruz.

La Cuaresma es un tiempo de preparación para dar muerte en nosotros al “hombre viejo” con sus pasiones y concupiscencias y llegar a la Vigilia Pascual con ánimo decidido de renovar nuestras promesas bautismales.

La penitencia es un medio para lograrlo. La Iglesia nos propone: 

Oración, limosna y ayuno.


Viene muy bien recordar y meditar algunas ideas de la Constitución Apostólica Penitemini que nos explica el significado y la importancia de la penitencia en la vida cristiana.


“Durante el Concilio, la Iglesia, meditando con más profundidad en su misterio ha tomado conciencia de que aunque es santa, en sus miembros es defectible y está constantemente necesitada de conversión y renovación.

En todos los pueblos y culturas la penitencia está íntimamente unida al sentido religioso de las grandes religiones.


Antes de Cristo la penitencia se presenta como un medio de perfección y santidad como la profetisa Ana que servía a Dios noche y día  con ayuno y oración.

Moisés se ofreció a satisfacer con su penitencia personal por los pecados de la comunidad, ayunó para aplacar al Señor por las culpas del pueblo infiel.




Cristo es el modelo supremo de penitentes, se retiró 40 días al desierto para hacer oración y ayuno. 

Además quiso padecer la pena por pecados que no eran suyos, sino de los demás.


Por ello, siguiendo al Maestro, cada cristiano debe renunciar a sí mismo, tomar su cruz y participar en los padecimientos de Cristo

 “completando en su carne los dolores de Cristo y sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia”.


Los miembros de la Iglesia afligidos por la debilidad, las enfermedades, la pobreza, la desgracia o los perseguidos por causa de la justicia, son invitados a unir sus dolores a los sufrimientos de Cristo para que puedan satisfacer el precepto de la penitencia y obtener para los hermanos la vida de la gracia.


Se ejercita la penitencia con la fidelidad perseverante a los deberes del propio estado; con la aceptación de las dificultades procedentes del trabajo y de la convivencia humana; con el paciente sufrimiento de las pruebas de la vida terrena y de la inseguridad que la invade que es causa de ansiedad.


La Iglesia, que ha tutelado la abstinencia de carne y el ayuno, quiere indicar en la tríada tradicional (oración, ayuno, caridad) las formas fundamentales para cumplir con el precepto divino de la penitencia”.


Con respecto a la ascesis y a la mortificación del cuerpo dice el papa:

“La necesidad de la mortificación del cuerpo se manifiesta si se considera la fragilidad de nuestra naturaleza en la cual la carne y el espíritu tienen deseos contrarios. 

Ejercitarse en mortificar el cuerpo no implica una condena de la carne, sino una liberación del hombre, sometido y encadenado por causa de la concupiscencia a la parte sensitiva de su ser”.



La Cuaresma es el sagrado periodo de cuarenta días de sacrificio que precede a la muerte y resurrección de Jesucristo.

Aprovechemos este tiempo de gracia para hacer una buena confesión de nuestros pecados, acercándonos al sacramento de la reconciliación. Ofrecemos un enlace para prepararse a confesar.

Cómo hacer una buena confesión.




sábado, 15 de febrero de 2020

11 MONJAS DE CLAUSURA

SON LAS AUTORAS DE ESTE LIBRO:
“Ecos desde el silencio”

Que acaba de publicar la Editorial Monte Carmelo.

Para los amantes de la lectura y de la vida contemplativa femenina ofrecemos una pequeña reseña de este libro por si están interesados en leerlo. 


La iniciativa de esta publicación ha sido del padre Eleuterio López, director del Instituto Pontificio Claune desde el año 2010. Con este libro termina el trabajo que ha desempeñado a lo largo de 9 años en favor de todas las monjas contemplativas de España.

¡MUCHAS GRACIAS, PADRE ELEUTERIO!
 por su trabajo, dedicación y cariño hacia todas las monjas claustrales!

Ahora le releva en el cargo el PADRE JUAN CARLOS ORTEGA, L.C., ACTUAL DIRECTOR de CLAUNE
al que deseamos siga haciendo mucho bien, trabajando a favor de la vida contemplativa femenina.

¡MUCHAS GRACIAS! A LOS BENEFACTORES DE CLAUNE

que con sus aportaciones económicas han hecho posible que este libro llegue de forma gratuita  a todos los monasterios de España.


¿CÓMO HA NACIDO ESTE LIBRO?

El papa Francisco en la Constitución Apostólica Vultum Dei quaerere (Buscar el rostro de Dios) sobre la vida contemplativa, en el nº 12 dice:

“Invito a reflexionar y discernir sobre los siguientes 12 temas de la vida consagrada en general y, en particular, de la tradición monástica: 

Formación, oración, Palabra de Dios, Eucaristía y Reconciliación, vida fraterna en comunidad, autonomía, federaciones, clausura, trabajo, silencio, medios de comunicación y ascesis”

El padre Eleuterio tuvo la feliz idea de pedir a 11 monjas de clausura de diferentes órdenes que reflexionaran, estudiaran y desarrollaran cada uno de estos temas.

LA CLAUSURA 
fue el tema encomendado a una clarisa, la presidenta de la Federación del Sagrado Corazón, madre Mª Alegría Zarroca, OSC, del monasterio de Monzón.

Nos ofrece una explicación densa, interesante y documentada.
Entre otras cosas dice:



“He percibido cómo la separación del mundo en su manifestación de la clausura en la vida contemplativa femenina está hoy día cuestionada hasta el punto de que se tiende más a hablar de monjas contemplativas que de monjas de clausura.

Pero lo más serio de esto es que para muchos, monjas incluidas, la realidad de la clausura pierde sentido y se la vacía de contenido.



No es raro encontrar entre los mismos sacerdotes, quienes piensan que la clausura ya no tiene sentido, incluso llegaron a decir que desaparecería con la Constitución Apostólica del papa Francisco.

Tanto la Vultum Dei quaerere como la Instrucción Cor Orans han vuelto a afianzar el valor de la vida contemplativa claustral. En ambos documentos aparece la denominación “monjas de clausura”.

La clausura entendida como separación del mundo; lo propiamente distintivo de estas monjas:

“Signo de la unión exclusiva de la Iglesia-esposa con su Señor profundamente amado”. 
(Juan Pablo II, Vita Consecrata, 59)

Para no absolutizar la clausura, suele decirse que es “un medio para”, pero el papa Francisco la define como signo y profecía” (Vultum Dei quaerere, nº 4) que nos habla de una vida, de una realidad trascendente, de lo absoluto de la vida de Dios.

El término “clausura” resuena como “disciplina”, “renuncia”, “medio ascético”. 


Pero hay que aplicar la mirada espiritual, profunda y ver lo más grande que tiene la clausura.


Hay que vivirla como silencio, soledad, anonadamiento con Jesús, vida esponsal de la Iglesia que ama a su Señor; voz y expresión de la Iglesia siempre orante; proclamación ante el mundo de la verdad de Dios y Dios como bien absoluto.

Desde esta perspectiva, la clausura tiene un valor en sí misma como forma de vida, como misterio de apertura a la gracia de Cristo que está solo en el monte abierto a la contemplación del Padre”.



La presentación del libro ha corrido a cargo de la hermana Carmen Ros Nortes, monja y misionera española. Actual subsecretaria de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

Los otros temas han sido tratados por estas hermanas:

LA FORMACIÓN
María Nuria Champs Vilaplana. Concepcionista de Valladolid

Formandas y formadoras vivirán en la escucha atenta, en disponibilidad y acogida al hacer la voluntad de Dios. No se trata de una mera adquisición de costumbres y hábitos o aprendizaje de unas normas.



Se nos pide una formación personalizada, que toque la persona y la vida con toda la riqueza que esta conlleva de capacidad intelectual, afectiva, relacional.

La formación creará condiciones para que la formanda despliegue todos sus dones y acompañará el crecimiento de los mismos, ayudando a dar una respuesta libre y responsable a la gracia de Dios cada día.


La Cor Orans sitúa la meta de toda formación no tanto en la adquisición de conocimientos, cuanto en la identificación con Cristo y el conocimiento experiencial de su amor. Nos adentra en un proceso continuo de crecimiento y conversión que abarca toda la persona y toca toda la vida, extendiéndose hasta el final de nuestros días.

LA ORACIÓN
M. Yolanda Burbano Timarán, Agustina concepcionista del Monasterio de la Encarnación de Sevilla


El papa Francisco alude a la oración de Moisés con las manos alzadas que logra la victoria de su pueblo sobre el enemigo. Dice: “Este texto me parece una imagen muy expresiva de la fuerza y de la eficacia de vuestra oración en favor de la humanidad. Hoy, como entonces, podemos pensar que la suerte de la humanidad se decide en el corazón orante y en los brazos levantados de las contemplativas”



LA PALABRA DE DIOS
M. Pilar Avellaneda Ruiz, Cisterciense del Monasterio de las Huelgas de Burgos.


La lectio divina es la herramienta de Dios que como hábil artesano quiere cultivar en nuestra comunidades un corazón dócil, sabio e inteligente para discernir lo que viene de Dios y lo que puede alejarnos de Él.

La centralidad de la Palabra y el discernimiento van unidos en la vida monástica.



LA EUCARISTÍA Y LA RECONCILIACIÓN
Alejandra Martínez Pabón, Benedictina de Zamora


El Concilio Vaticano II marca un antes y un después tanto en el lenguaje como en la comprensión con la que a partir de entonces se hablará de la Eucaristía. No podemos pasar por alto que el movimiento litúrgico que jugó un papel muy importante antes del Concilio y que contribuyó a la nueva comprensión de la liturgia y de la espiritualidad, tuvo importantes focos de iluminación en el seno de comunidades monásticas, por la sensibilidad que siempre han comprendido la importancia que tiene la liturgia para la vida de la Iglesia.



La proyección del sacramento de la Reconciliación trasciende el espacio del monasterio cuando las personas que lo habitan se convierten en verdaderos artífices de paz.



LA VIDA FRATERNA EN COMUNIDAD
María del Rosario de Fátima, Carmelita Descalza de Toro

En todos los miembros de la comunidad existe el deseo de Dios, el único necesario, y se han juntado para ayudarse mutuamente en esta búsqueda. En ese camino hacia la santidad todas se han de querer y ayudar.




LA AUTONOMÍA DE LOS MONASTERIOS Y LAS FEDERACIONES
María Dolores de Jesús Domínguez, Carmelita del Monasterio Federal de Córdoba.


La Vultun Dei insiste mucho en cómo se ha de cultivar la comunión entre los monasterios. Esto es una llamada a no entender nunca la autonomía como independencia o aislamiento.



EL TRABAJO
Sabina Sánchez Martínez, Jerónima de Yunquera de Henares.




Las monjas son aquellas consagradas que viven enteramente de Dios y para Dios. Buscan un género de vida que permita una atención única, esponsal y exclusiva a Jesucristo, orientando toda su vida y actividad a la contemplación de Dios. El modelo es Jesús que pasó 30 años de su vida en Nazaret orando y trabajando.


EL SILENCIO
María Pilar Montoro, Clarisa Capuchina de Sevilla.


Para entender el fin del silencio en la vida contemplativa debemos dirigir la mirada a la Virgen María, la Esclava del Señor. A la luz de esto las monjas reviven y continúan en la Iglesia la obra de María, acogiendo al Verbo en la fe, en el silencio de la adoración.


El silencio crea un clima de escucha, un espacio de acogida del Verbo de Dios, a ejemplo de María que conservaba todas las cosas en su corazón.



EL MUNDO DIGITAL
Ana María de la Cruz Albarracín, Dominica de Torrent (Valencia)


En el mundo cibernético están nuestros hermanos, aquellos por quienes entregamos la vida. Aquellos a quienes quisiéramos dar una respuesta sobre el sentido de la vida.



Los textos del Magisterio recomiendan discernimiento y discreción en el uso de los mismos. “Es preciso estar alerta ante el uso inadecuado de tales medios, los cuales se deben usar con sobriedad y criterio respecto a los contenidos y la cantidad de información. Para que no sean ocasión de distracción o evasión de la vida fraterna”. (CO 169)


EL CAMINAR ASCÉTICO
Rocío de Jesús González Aleja, Monja Mínima de Daimiel (C. Real)


Asceis viene del término griego akesis que significa ejercicio-ejercitación.
La filosofía la refiere a los esfuerzos necesarios para adquirir la virtud y alcanzar la sabiduría.



La ascesis designa la disciplina de vida ordenada a la perfección evangélica, especialmente en la profesión de los consejos evangélicos.


domingo, 2 de febrero de 2020

DÍA DE LA CANDELARIA

Y JORNADA MUNDIAL DE LA VIDA CONSAGRADA


A los 40 días del nacimiento de Jesús, celebramos hoy su presentación en el Templo. Jesús es llevado por sus padres, María y José, como hacían todas las familias judías con su primogénito. Lo ofrecieron a Dios y luego lo rescataron con un par de tórtolas.


Simeón y Ana fueron los únicos que reconocieron en Él al Mesías esperado, Luz de las naciones y gloria del pueblo de Israel. Por eso hoy en la misa llevamos todos candelas en las manos, simbolizando la Luz que es Cristo. De ahí el nombre de día de La Candelaria.
La fiesta de hoy sirve, en cierto modo, de clausura de la celebración de la Navidad.

La Iglesia celebra la Vida Consagrada el 2 de febrero

“La vida consagrada con María, esperanza de un mundo sufriente”


Es el lema de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada que se celebra el 2 de febrero de 2020, fiesta de la Presentación del Señor en el templo.

El mensaje de los obispos de esta Comisión recuerdan el día de hoy que «también hoy nuestra Madre desde el Cielo continúa alentando nuestra esperanza; y los consagrados participan de esta misión de llevar esperanza a un mundo sufriente».


− María acudió rápidamente a ayudar a su anciana prima Isabel en los últimos meses de su embarazo. Con Ella, miles de personas consagradas en todo el mundo atienden a madres con dificultades, luchan por la vida del no nacido, cuidan a ancianos abandonados, a enfermos y a personas vulnerables.

− María cuidó y educó a Jesús. Con Ella, los consagrados se dedican con mucha frecuencia al servicio de la educación de niños y jóvenes.

− María estuvo al lado de su Hijo en su Pasión y muerte en la cruz. Con Ella, son muchos los consagrados que están cerca de los encarcelados, de los que sufren violencia, persecución o explotación.

− Tras la muerte de Jesús, María acompañó y consoló a los Apóstoles, alentando la esperanza en la Resurrección y en la venida del Espíritu Santo.
Con Ella, las personas consagradas llevan aliento y consuelo a quienes sufren tristeza, incomprensión, rechazo, angustias, desesperación.

− Pero, sobre todo, María, y con Ella las personas consagradas, son fuente de esperanza en todas esas situaciones porque entregan al mundo a Jesucristo, es decir, a Aquel que vino a dar sentido al sufrimiento y a la muerte, porque es Aquel que venció el pecado, origen de todos los males que sufre la humanidad.

María y las almas consagradas anuncian que el mal no tiene la última palabra, porque el Bien –Dios– es más fuerte; que en el reino de los Cielos «ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor» (Ap 21, 4), porque no habrá pecado; y que debemos anticipar ese Reino ya en este mundo, mediante nuestras obras buenas, y nuestra caridad, fe y esperanza. Solo así seremos para los demás «estrellas de esperanza», como nos enseñó Benedicto XVI.

Recemos hoy por todos los consagrados y por un aumento de vocaciones.