Este año hemos querido hacer una catequesis visual partiendo de la segunda lectura del Oficio Divino de Viernes Santo, de san Juan Crisóstomo.
Del costado de Cristo, muerto en la cruz, salió sangre y agua cuando un soldado atravesó con una lanzada el Corazón Sagrado.
Agua como símbolo del Bautismo y sangre como figura de la Eucaristía, representadas por la tela blanca y roja que salen de la cruz.
En el monumento hay una pila bautismal.
“El bautismo es el fundamento de toda vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los demás sacramentos. Por el bautismo somos liberados del pecado, y regenerados como hijos de Dios nos incorporamos a su Iglesia”. (CIC 1213)
“El sacrificio eucarístico del Cuerpo y la Sangre de Cristo fue instituido por Él la noche que fue entregado para perpetuar de forma incruenta el sacrificio de la cruz” (CIC 1323)
Con estos dos sacramentos se edifica la Iglesia.
Como del costado de Adán Dios tomó una costilla mientras él dormía para formar a Eva, así también del costado del nuevo Adán muerto en la cruz nació la Iglesia, su Esposa.
En los sacrificios de la Antigua Alianza se anunciaba ya la
muerte cruenta del Hijo de Dios, su sangre redentora, de un valor infinito,
cayó sobre la tierra (en la parte inferior hay una bola del mundo) librando así
a toda la humanidad del poder del pecado y de la muerte, llevando a una
multitud de hijos a la gloria.
La Cruz, sobre la que estuvo el Cuerpo de Cristo, es de madera y el sagrario, que contiene el Cuerpo de Cristo, también es de madera. El mismo Jesús que pendió de la Cruz podemos encontrarlo oculto en el sagrario en el pan consagrado.
Cuando Jesús expiró entregó su Espíritu que bajó sobre la Iglesia naciente el día de Pentecostés.
Simbolizamos en el monumento este don del Espíritu, con siete
luces, los siete dones del Espíritu Santo.
Sobre la mesa, el pan y el vino, son los frutos de la tierra que cada día presentamos en el altar y sobre los que el sacerdote impone las manos, durante la epíclesis, pronunciando las palabras de consagración y quedan convertidos en el Cuerpo la Sangre de Cristo.
Junto a estos dones, tres luces en agradecimiento a la Santísima Trinidad, pues la obra de la Creación y de la Redención se realiza y se actualiza por las tres personas de la Santísima Trinidad.
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