2
de AGOSTO
REPARACIÓN
AFECTIVA
(Meditación del padre Mendizábal, S. J)
(Meditación del padre Mendizábal, S. J)
Volviendo la mirada al Señor vemos
que da un paso más “el celo de su casa le devora”, ese celo le lleva a un amor
más intenso es una reacción que brota del mismo amor. Es una reparación
afectiva que no puede identificarse con un consolar a Cristo, hay que verla como
una exigencia del corazón que ama.
Todo
corazón que ama, al ver a la persona amada ofendida, descuidada, abandonada,
marginada siente un impulso nuevo de un mayor amor.
El amor que repara es el deseo de
identificarse cada vez más con la persona amada no correspondida, eso es lo que hace Cristo con el Padre, debe
repercutir también en nosotros y debe
realizarse también en nosotros.
Cuando vemos al Padre y Cristo ofendidos esto debe impulsarnos a amarlos más.
Cuando vemos al Padre y Cristo ofendidos esto debe impulsarnos a amarlos más.
La
reparación tiene diferentes matices, según sea la acción del Espíritu
Santo sobre nosotros. Iluminados por esta luz tenemos una penetración para
captar ciertos matices del amor de Cristo, del amor del Padre. Tenemos una
sensibilidad especial hacia unos aspectos que llevan a una reparación afectiva de
ese matiz concreto que, con la luz y la gracia del Espíritu Santo, han llegado
hasta el fondo de nuestro corazón.
Algunas personas tienen tal luz para
penetrar en el Misterio Eucarístico que
son particularmente sensibles a las ofensas que se comenten contra la Eucaristía
y sienten un impulso compensativo de amor que expresan en la adoración
eucarística.
Sagrarios profanados
Mediante
la adoración eucarística reparamos el descuido del Misterio Eucarístico en
nuestra vida cristiana.
En el mundo de hoy llegamos a
la aberración dolorosa de pensar que hay peligro de amar menos a los hombres si
amamos más a Cristo Eucaristía.
Pensamos
que nos desentendemos del mundo cuando adoramos el Misterio del Amor.
No podemos amar
verdaderamente si no bebemos del misterio de este Amor.
Debemos amar más a
quien merece nuestro amor todo entero.
Compensación de la frialdad, del
egoísmo, del interés egocéntrico en todas las cosas; la visión de un mundo
materializado en medio del cual debemos vivir, sintiéndonos solidarios con el
pecado de la humanidad.
CONSAGRACIÓN
AL CORAZÓN EUCARÍSTICO DE JESÚS
que la Santísima Virgen
dio en Akita:
Sacratísimo Corazón Eucarístico de
Jesús, verdaderamente presente en la santa Eucaristía, te consagro mi cuerpo y
mi alma, para ser enteramente uno con tu Corazón, sacrificado cada instante en
todos los altares del mundo, dando alabanza e implorando al Padre por la venida
de su Reino.
Ruego que recibas esta humilde ofrenda de mi ser.
Ruego que recibas esta humilde ofrenda de mi ser.
Utilízame como quieras para la gloria
del Padre y salvación de las almas.
Santísima Madre de Dios no permitas
que jamás me separe de tu Divino Hijo, te ruego me defiendas y protejas como tu
hijo especial. Amén.
ORACIÓN
OFRECIMIENTO
DE LA DEVOCIÓN
REPARADORA
Mi dulce Jesús, mi Amor Eucarístico,
deseo pasar estos momentos de reparación contigo, para darte toda la adoración
de mi corazón; para consolarte y para reparar por medio del amor de mi pobre
corazón, en unión al Espíritu Santo y al Corazón Doloroso e Inmaculado de María,
por la agonía
que sufriste en Getsemaní.
En aquella hora solitaria fuiste
abandonado y las criaturas que tú creaste para amarte, no te amaron. El peso de
todos los pecados cayó sobre Ti y el de los míos también.
Por el dolor que yo
te causé entonces con mis pecados, quiero adorarte en el Santísimo Sacramento del Altar, como una pequeña muestra de mi
amor, por medio de las manos de mi amada Madre María y unido a su Doloroso e
Inmaculado Corazón, Amén.
¡Oh Santísimo Sacramento, Oh
Sacramento Divino! Toda alabanza y acción de gracias te sean dadas, por medio
del Corazón Doloroso e Inmaculado de María, en todo momento.
Viviendo en un mundo de visión y de sonido, de ver
para creer, no debemos tornarnos en esclavos de esos estímulos, más bien debemos
responder al llamado de amor de los Corazones Unidos.
La Adoración Eucarística constituye el acercamiento más
intenso a la Presencia de Jesús Eucaristía.
En ese silencio sanador, nuestro amoroso Redentor
nos pide desde Su Getsemaní, aún presente hoy, que velemos junto a Él: amando,
reparando y acompañándolo en su dolor. Dolor invisible pero palpable para el
corazón que, tocado por su llamado, sabe y conoce de su Presencia.
Almas, respondamos entregándonos a esta Hora Santa
con premura, que nuestro Señor no tenga que retornar repetidamente a
despertarnos y a repetirnos que lo acompañemos.
¡Vengan almas! prestas... juntos reparemos y amemos al AMOR.
ACTO
DE AGRADECIMIENTO
Después de haberme postrado para
adorarte en el Corazón Eucarístico de Jesús, quiero
agradecerte.
Te agradezco, mi Dios, porque tú eres
el Amor y te agradezco por los dones de tu amor. Y ya que los dones más
preciados, los de la vida sobrenatural, nos los diste por Jesús, es también por
Él, con Él y en Él que quiero elevar hasta ti el himno de reconocimiento. En
unión con Jesús y en su Divino querer te agradezco, Dios Padre, por todas las
gracias personales que me has concedido.
Tú me diste la vida, sacándome de la
nada y me la conservaste día a día hasta este momento. Pero tú me has dado otra
vida más valiosa, la de la gracia, que me hace partícipe de tu misma Vida
Divina y, después de la primera gracia con la que me santificaste en el día del
Bautismo, ¡cuántas gracias me han sido concedidas! Pienso en
los dones de tu Amor de los que tanto he gozado:
•En la Iglesia, que me has dado para
que sea mi maestra y guía.
•En los sacerdotes, que me han
otorgado los dones de tu amor.
•En la Eucaristía, que ha sido para
mí, alimento, sostén.
•En la Virgen, que es mi buena Madre,
mi consoladora, mi ayuda.
•En el Paraíso, que me has preparado
y que con tu gracia espero alcanzar.
Contemplo mi vida sembrada de
alegrías y dolores y comprendo que todo en ella ha sido amor. Todo ¡Oh mi Dios!
porque de tu Corazón amante no puede salir nada
que no sea gracia y amor.
Por todo esto, R/. Te doy gracias Dios mío
•Por las alegrías que me has
permitido gozar. R/.
•Por las gracias conocidas y por las
desconocidas, R/.
•Por los favores del pasado y los del
futuro, R/.
•Por todo lo que has hecho en mí y
por mí. R/.
•Sobre todo, por haberme llamado al
conocimiento de tu Amor.
•Por la Luz y la Alegría Tuyas, que
estoy tan lejos de merecer, R/.
•Por la posesión de tu amor que te
hace mío y a mí me hace tuyo, R/.
Pero no quiero y no puedo darte
gracias sólo por mí. Te doy gracias también por todos los dones que tu amor ha
derramado en la Iglesia.
Por los beneficios otorgados a los ángeles y a los santos, alabanzas perennes de tu amor. Sobre todo, por los beneficios innumerables que has hecho a María Santísima, nuestra dulce Madre Corredentora y Medianera de todas las gracias.
Por los beneficios otorgados a los ángeles y a los santos, alabanzas perennes de tu amor. Sobre todo, por los beneficios innumerables que has hecho a María Santísima, nuestra dulce Madre Corredentora y Medianera de todas las gracias.
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