viernes, 6 de septiembre de 2019

PRIMEROS VIERNES


Hoy 6 de septiembre, primer viernes de mes está dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. Podemos dedicar un rato del día a recogernos en silencio, soledad y oración para unirnos a Jesús y repararle por tanto desamor como recibe de la mayor parte de los hombres.


Él prometió a santa Margarita Mª de Alacoque que todo el que confiese y comulgue nueve meses seguidos el primer viernes de cada mes, no se condenaría para siempre.

Seamos amantes de nuestra propia alma y hagamos lo posible por salvarla. Solo tenemos que amar a Jesús, a su bendita madre y rezar. Pues el que reza se salva.

En este año dedicado al Sagrado Corazón de Jesús proponemos cada primer viernes unas reflexiones y oraciones para los seguidores de nuestro blog.
El mes pasado hablaba el padre Mendizábal S. J. de la reparación afectiva hacia el Santísimo Sacramento del Altar. Hoy nos propone la reparación afectiva hacia la sacratísima pasión de nuestro salvador.

MEDITACIÓN
Padecer con Cristo

Hay personas que tienen una sensibilidad especial hacia el misterio de Cristo Crucificado en ellos hay un matiz reparador hacia la pasión del Señor que es olvidada e ignorada.

 El sentido  reparador cristiano está fundado en un inmenso amor a Dios y en un amor hacia los hombres que hace sentirnos solidarios con el pecado del mundo.

El sentido reparador podemos vivirlo en nuestra vida cotidiana, en un  cumplimento sencillo de nuestros deberes con tal de que lo vivamos con ese sentimiento interno, con ese amor intenso, con esa voluntad de compensación, en un impulso de fidelidad cada vez mayor para compensar ese desamor que pesa sobre nosotros y nos hace más abiertos a la redención universal y al amor del Padre y de Cristo.

La reparación afectiva no consiste únicamente en consolar en el sentido humano.

Y llegamos con esto al gran misterio de la crucifixión de la muerte, al misterio de la corredención dolorosa con Cristo.

Es el misterio de nuestra reparación aflictiva.

Vamos a tratarlo con la luz del Señor de comprender, de penetrar al menos un poco para captar lo que significa en nuestra vida y para barruntar nuestra unión con la pasión con Cristo, de manera que se cumpla la palabra del apóstol:

“Realizo en mí lo que falta al pasión de Cristo por su cuerpo que es la iglesia”.

La eucaristía es la fuente del amor.

Jesucristo en la Eucaristía verdaderamente vive y actúa quiere decir que ahora nosotros no solo estamos activamente adorando al Señor sino que estamos bajo el influjo de su amor, bajo su mirada amorosa que penetra dentro, que infunde amor porque es perpetuación de la oblación del sacrificio de Cristo que está ahí dándose a nosotros e infundiendo en nosotros el mismo espíritu de entrega y de amor.

Por eso a la Eucaristía no venimos solo a hacer algo de nuestra parte, venimos a recibir y dejarnos hacer bajo la mirada del Señor.

Hemos de dejar que ese amor de Cristo nos penetre porque ese amor de Cristo con sus características ha de constituir el fondo de nuestra reparación, produciendo en nosotros la unión con el Padre, la unión con los hombres, la sensibilidad a las ofensas del Padre y al mal de los hombres y la voluntad de evitar el pecado por una parte y un crecimiento de amor intenso, cada vez más intenso, compensador por otra.

Invitados pues por esa amistad del Señor que nos llama amigos, vamos a tratar con su gracia y su luz de penetrar en el último aspecto que indicábamos:

EL MISTERIO DE NUESTRA PARTICIPACIÓN DE LA REDENCIÓN DE CRISTO.

Si volvemos de nuevo nuestra mirada al Corazón de Cristo, que nosotros participamos del Espíritu Santo vemos que ese amor sensible a la ofensa del Padre y al mal de la humanidad le lleva a dar un paso más, el hacerse hombre, de aceptar nuestra condición, de aceptar nuestra naturaleza humana, sin excepciones de su condición mortal como consecuencia del pecado del hombre. Así el Señor toma esa naturaleza sobre sí hasta la muerte, la expresión la encontramos en el capítulo décimo a la carta a los hebreos:

“Al entrar Cristo en el mundo dijo: “Padre no has querido holocaustos ni sacrificios, pero me has dado un cuerpo, aquí vengo Padre para cumplir tu voluntad”.


Y en esa voluntad única hemos sido santificado todos, cuando el Señor en el capítulo doce de san Juan ante la proximidad de su muerte y de una muerte rodeada de circunstancias dolorosas y humillantes se siente turbado y exclama: 


Padre, pase de mí esta hora. Pero si he venido para esta hora hágase tu voluntad”. 

Esa indicación tan impresionante y conmovedora - si he venido para esto- nos revela todo el misterio del amor de Cristo que se ha hecho hombre, aceptando esa condición humana que terminara en la muerte de cruz y ante la presencia de esa muerte dice: “Si he venido para esto”.

Cuando en la hora Santa frecuentemente nos ocupamos en la consideración de la pasión del Señor y particularmente de su agonía en el huerto no lo hacemos simplemente por un deseo de tener lástima del Señor ante los sufrimientos de Cristo. Nosotros podríamos adoptar una postura humana, la compasión en sentido humano, la lástima, tener lástima de los sufrimientos de Jesús, sería la consolación de quien acercándose a uno que sufre,  trata tener para con él ese sentimiento tan humano, tan comprensible que sentimos hacia los que sufren, aun cuando no tengamos ningún sentimiento particular, ningún trato con ellos.


Al contemplar la pasión, al participar en la hora santa, no vamos simplemente a tener lástima de Jesús, esto es lo que muchas veces puede haber empequeñecido la visión de la devoción al Corazón de Cristo, como si pretendiéramos presentar el cristianismo, como una multitud de gente que continuamente tiene que estar teniendo lástima al Señor porque siempre necesita de nuestra consolación y no es ese el sentido profundo.

Nos acercamos a la pasión de Cristo para con-padecer con él, que es muy distinto. Para tener esa postura de compadecer con una persona, es necesario el haber estado antes profundamente compenetrado con ella.


Imaginemos un matrimonio muy unido, muy bien preparado y llega el momento de la prueba, supongamos que el marido es llevado a la prisión, es procesado, atormentado, al final ajusticiado. Y ese hombre lleva esa persecución con un temple cristiano, de perdón a sus enemigos, de ofrecimiento de sus sacrificios, de espíritu de redención, y su mujer tan compenetrada con él, tan preparada como él, está cerca, presente a sus sufrimientos.

Tendríamos que decir que esta mujer, no es que simplemente tiene lástima de su marido en esas circunstancias, sino mucho más, tiene las mismas actitudes de sufrir que su marido, tiene su mismo amor, su misma generosidad, su mismo perdón para sus enemigos, su mismo espíritu de oblación, con-padece con él.


La Virgen al pie de la cruz no es que solamente tiene lástima de Jesús, lástima de su hijo, sino que con-padece con él.


Nosotros nos acercamos a la pasión de Cristo, a ese misterio, escuchando la palabra del Señor, que siente turbación en su Corazón, siente temor, tristeza, angustia. El preludio del misterio de la agonía en el huerto expresado, en el capítulo doce de san Juan: 

Padre líbrame de esta hora, Padre si es posible pase de mi este cáliz”. Al escuchar su palabra, “pero si he venido para esto”, ahí es donde tenemos que entrar en una actitud de sufrir con Cristo, esto es lo que para nosotros sería fundamental.

Tenemos que distinguir entre el sufrimiento y la actitud con que sufrimos.

Puede ser el sufrimiento de una enfermedad, de la rotura de un brazo, y otra cosa es la actitud con que se encaja ese sufrimiento, 

la postura interior, lo que uno hace como persona en ese momento.

ORACIÓN

Adorado y Amadísimo Cristo, 
ruego con humildad me mires benignamente.

Te amo y Reverencio en nombre 
de todas las criaturas humanas 
y reconociéndome pecador 
e inmerecedor de tanto Amor,
ruego vengas en auxilio de mi Alma,
a la que deseo librar de los momentos
en que la contrito y la llevo a padecer.



Coloco mi Alma frente a Ti, Señor mío
Ella añora Tu Amor, el que le niego
siendo tan humano, porque desprecio 
lo que me imanta hacia Ti.



Deseo salvar mi Alma liberándola 
de los momentos indebidos a los que 
mi voluntad humana tiende con mayor frecuencia.



Dadme la sabiduría y la humildad para que 
mi voluntad busque Tu presencia Señor
y así unida a Ti, sea fiel 
a Tu Santísima Voluntad.



Cristo, limpia mi corazón del desamor

Cristo, limpia mi voluntad y guíame hacia Ti


Cristo, limpia mi mente y así céntrame en Ti


Cristo, limpia mi pensamiento de lo indebido


Cristo, limpia mis ojos para no mirar lo que no debo


Cristo, limpia mis oídos para no escuchar lo que te ofende


Cristo, limpia mi lengua para que no enjuicie al prójimo


Cristo, limpia mi razón para que no sea soberbia


Cristo, limpia mis sentimientos para no despreciar al hermano


Cristo, limpia mis sensaciones para que no me lleven a actuar mal


Cristo, limpia mi conciencia para que no me turbe y me equivoque


Cristo, limpia mi historia de vida, para no juzgar por mi pasado


Cristo, limpia mi pasado para que sea criatura nueva en Ti


Cristo, limpia mis manos para que no se levanten contra el hermano


Cristo, limpia mis pasos para que se dirijan únicamente hacia Ti


Cristo, límpiame y renuévame


Cristo, por Tu Cruz enséñame a perdonar


Cristo, por Tu Cruz enséñame a no gustar de la soberbia


Cristo, por Tu Cruz enséñame a no murmurar


Cristo, por Tu Cruz enséñame a mirar el dolor


Cristo, por Tu Cruz enséñame a amar como Tú


Cristo, por Tu Cruz enséñame a ser humilde


Cristo, por Tu Cruz enséñame a ser bondadoso


Cristo, por Tu Cruz enséñame a ser siervo útil a Ti


Cristo, por Tu Cruz enséñame a vivir en fe, esperanza y caridad.



Levántame Cristo mío y enséñame 
que la perfección eres Tú 
y yo debo tender a la perfección, 
no exigir al prójimo lo que debo ser yo.
Heme aquí frente a Ti, dame de beber Tu Amor
y limpia Mi Voluntad.


Heme aquí, Cristo mío, pido Tu perdón.

 Amén.


2 comentarios:

  1. PAZ Y BIEN. Nos alegra que alguna persona seguidora del blog haga algún comentario sobre las entradas que se van subiendo. Hacemos este trabajo para que sirva de provecho espiritual para las almas y deseamos que así sea. TODO PARA QUE EL AMOR SEA AMADO.

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