jueves, 3 de octubre de 2019

PRIMEROS VIERNES DE MES

OCTUBRE


Mañana 4, día de nuestro padre san Francisco, coincide con el primer viernes de mes. 

Desde la plataforma de este blog felicitamos a todos los miembros de la Orden Franciscana y a todos los que celebran su onomástica.

Ofrecemos material para hacer una vigilia de oración y reparación a nivel personal esta noche o mañana.


Sería muy bueno hacer una hora santa, al menos una vez cada mes, volviendo la mirada hacia el Corazón de Cristo.

Hoy terminamos la meditación del padre Mendizábal. Es PRECIOSA. Viene a decirnos que:

Nuestros dolores y sufrimientos no son inútiles, Dios los ve. El valor que adquiere el sufrimiento lo aportamos nosotros cuando los aceptamos voluntariamente y los unimos a la pasión de Cristo.

MEDITACIÓN

Nos acercamos a la pasión de Cristo no para quedarnos en la consideración de los sufrimientos del crucificado, sino que hemos de entrar hasta su actitud de sufrir, y la actitud de sufrir de Cristo es la que nos ha de iniciar a nosotros en nuestra actitud de corredención con Cristo. Una actitud que está fundada toda ella en un amor inmenso, en una sensibilidad a la ofensa del Padre que le lleva a aceptar esa condición humana mortal, dolorosa, aceptándola con amor, porque es condición pecadora de la humanidad y Cristo la asume en actitud de amor y la transforma en instrumento de redención.

Este es el misterio insondable de la Cruz de Cristo.

Esa muerte que vivifica, ese sufrimiento encajado en el amor, es el que nos muestra a nosotros cual es el sentido de la Cruz para que sepamos también llevarla.

Vamos entonces a contemplar la agonía del Corazón de Cristo en el huerto, porque ahí se nos revela la actitud sufriente de Cristo, su voluntad de sufrir, su amor con el que sufre, su aceptación de la cruz, la inmensidad de un amor que acepta el sufrimiento y la muerte haciéndose solidario de la humanidad pecadora.

En el capítulo décimo de la carta a los hebreos, se indica el sentido de ese sufrimiento de Jesús.

“No has querido holocaustos ni sacrificios por el pecado, para remediar esa ofensa, pero me has dado un cuerpo lo quiero, lo acepto. Padre vengo para hacer tu voluntad si he venido para eso”.

Y en esa voluntad con la cual se acepta una vida que es mortal, se acepta la muerte que es el acto supremo de esa vida mortal.

Así vemos que Jesús en el momento de su muerte inclina su cabeza y entrega su espíritu, no es que se le cae la cabeza al morir es que inclina su cabeza.


Es que da su sí, su sí total, su sí cósmico a la redención para siempre, a la voluntad del Padre, su sí al amor hasta la muerte, el sí definitivo de una vida que se ofrece.

Ahí aprendemos la reparación aflictiva, nuestra reparación aflictiva no es otra cosa sino aceptar en un amor participado del Corazón mismo de Cristo, nuestra vida mortal con todos sus condicionamientos dolorosos, con todo lo que lleva consigo su condición humana, mortal, aceptar todo que lleva de aflicciones, de roces, de incomprensiones, de molestias, hasta la muerte misma.

Aceptar esta vida mortal en la caridad y en el amor.

Tratemos de exponerlo en un sentido misterioso profundo.
El Corazón de Cristo ahora glorioso, triunfante, al que le llega la ofensa al Padre, no tiene ya en sí una humanidad capaz de tomar sobre sí esa condición mortal.


Pero en nosotros ese mismo amor del Corazón de Cristo comunicado a nuestro corazón se realiza en un cuerpo que lleva consigo la condición mortal, donde puede prolongarse todavía la pasión de Cristo y entonces comprendemos de una manera más profunda lo que dice san Pablo; que en nosotros se cumple lo que falta a la pasión de Cristo por su cuerpo que es la iglesia.

No digamos que ya está todo satisfecho, que ya está todo ofrecido.

La satisfacción de Cristo no es una satisfacción que sustituye nuestra aportación sino que es una satisfacción solidaria con la nuestra.

Nuestra actitud de satisfacción no sería posible sin la pasión de Cristo, por lo tanto recibe su fuerza unida a ella, se ofrece al Padre y por ella es aceptada por el Padre.

Por eso toda nuestra unión, toda nuestra oblación, toda nuestra expiación tiene que estar unida al sacrificio de Cristo en la Eucaristía y a eso nos invita el Señor.


Tenemos que aprender a sufrir llevando esta vida mortal nuestra con la actitud interior de Cristo y a esto nos introduce a la visión del misterio del Corazón de Cristo; nos lleva a que pongamos en toda nuestra vida un corazón como el de Cristo.


No simplemente para contemplarla sin más, sino  para que  pase a nosotros con la fuerza de la Eucaristía, sacrificio y comunión, que pase la caridad de esa vida eterna es la que ha de hacernos vivir nuestra condición mortal, consecuencia del pecado con la fuerza y el vigor de la vida eterna, con la caridad de Cristo. Entonces es cuando vivimos de manera perfecta nuestra pasión en el Señor, entonces es cuando podemos decir también nosotros llevo en mí las llagas de Cristo, llevo en mi las señales de la pasión de Cristo.


No quiere decir esto que nuestra vida cristina tenga que ser una vida tenebrosa y triste. Debemos vivir cada instante de nuestra existencia en el gozo de Dios, asumiendo la realidad de una condición mortal y aceptarla. Siempre tendremos momentos duros, en los que como el mismo Cristo nos sentiremos también turbados y también diremos:

“Padre pase de mí esta hora”.

Cuando con la luz de la caridad y del ejemplo del Corazón de Cristo reflexionamos, comprendemos que estamos solidarizados con el pecado del mundo y con nuestros pecados. Entonces repetiremos las mismas palabras de Cristo “pero si he venido para esto”, lo aceptamos, porque sabemos que es así, que estamos asociados a la pasión de Cristo y terminará luego en el fruto de la resurrección, en la redención y salvación de la humanidad entera.

Ahí nos encontramos pues es el núcleo de la vida cristiana: unión e identificación con la voluntad del Padre.

Nuestro seráfico padre Francisco nos dio ejemplo.

Vivió tan unido e identificado con Cristo en su pasión que los dos últimos años de su paso por la tierra tuvo impresas en su carne las cinco llagas, de las cuales manaba sangre. Fue el primer estigmatizado de la historia.


Por eso el escudo de la Orden Franciscana es el abrazo con el crucificado.

ORACIÓN

“Mi Alma esta triste hasta la muerte”

¡Oh! Divina Tristeza de Jesús que salvaste al mundo y preparaste para nosotros los goces del Paraíso, remedia nuestras penas, acepta nuestro dolor por haber ofendido tan gravemente al Señor nuestro Dios. Queremos acompañarte en todos los Sagrarios solos, abandonados y descuidados donde estás padeciendo tu Agonía y compartirla contigo.

Quiero fundirme con tu Corazón Agonizante, mi Amado Jesús, y estar en vela y en Oración, reparando por las Tres Horas de Agonía, que padeciste en Getsemaní.


Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro pro­fundamente y te ofrezco el Precioso Cuerpo y Sangre, Alma y Divinidad, de tu Amadísimo Hijo; realmente presente en los Sagrarios de la tierra, en expiación, desagravio, reparación, ado­ración y consuelo, por las blasfemias, sacrilegios e indiferencias con las que es ofendido.

Te ofrezco los Infinitos Méritos del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús y del Doloroso e Inmaculado Corazón de María, por la conversión de los pobres pecadores y la paz del mundo. Amén.

JACULATORIAS

¡Oh Jesús mío!, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu Misericordia.

Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman. Amén.

Sacratísimos Corazones Unidos de Jesús, José y María, Triunfen en todos los corazones y traigan el Reino Eucarístico de la Divina Voluntad. Os amo. Salven a las almas, salven a los consagrados, salven a las familias, salven al mundo entero. Amén. 

ENLACE. 
Para crecer en el amor hacia Jesús Eucaristía

https://www.youtube.com/watch?v=_mLP6J3MG2w

10 maneras para enamorarte profundamente de la eucaristía










martes, 1 de octubre de 2019

TRIDUO A SAN FRANCISCO DE ASÍS

Hoy día 1 de octubre a las 19 horas, con el rezo del santo Rosario, comienza en nuestra iglesia el triduo en honor a nuestro seráfico padre san Francisco de Asís.


A las 19:30 será la Eucaristía celebrada por el párroco de San Blas, D. Javier Valero Picazo
Finalizada la misma se rezará y cantará la oración de las cinco llagas.


Adorno floral de la reliquia de san Francisco

El día 4, se celebrará con toda solemnidad la fiesta de san Francisco. 

La eucaristía, será presidida por el padre franciscano Víctor Díez Medina y concelebrada por nuestro párroco.

Será a las 19:30 y contará con la participación de la Orden Franciscana Seglar, la Asociación Belenista de Villarrobledo, los comerciantes, los ecologistas y todos los devotos de san Francisco.

Preparémonos rezando algunas oraciones compuestas por el santo de Asís:

ORACIÓN ANTE EL CRUCIFIJO DE SAN DAMIÁN 



Sumo, glorioso Dios,
ilumina las tinieblas de mi corazón
y dame fe recta,
esperanza cierta
y caridad perfecta,
sentido y conocimiento, Señor,
para que cumpla tu santo y verdadero mandamiento.


CÁNTICO DE LAS CRIATURAS



Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor,
tuyas son la alabanza, la gloria y el honor;
tan sólo tú eres digno de toda bendición,
y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.

Loado seas por toda criatura, mi Señor,
y en especial loado por el hermano sol,
que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor,
y lleva por los cielos noticia de su autor.

Y por la hermana luna, de blanca luz menor,
y las estrellas claras, que tu poder creó,
tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son,
y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!

Y por la hermana agua, preciosa en su candor,
que es útil, casta, humilde: ¡loado, mi Señor!
Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol,
y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado mi Señor!

Y por la hermana tierra, que es toda bendición,
la hermana madre tierra, que da en toda ocasión
las hierbas y los frutos y flores de color,
y nos sustenta y rige: ¡loado, mi Señor!

Y por los que perdonan y aguantan por tu amor
los males corporales y la tribulación:
¡felices los que sufren en paz con el dolor,
porque les llega el tiempo de la consolación!

Y por la hermana muerte: ¡loado, mi Señor!
Ningún viviente escapa de su persecución;
¡ay si en pecado grave sorprende al pecador!
¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!

¡No probarán la muerte de la condenación!
Servidle con ternura y humilde corazón.
Agradeced sus dones, cantad su creación.
Las criaturas todas, load a mi Señor. Amén.

ORACIÓN POR LA PAZ
 (Autoría atribuida a San Francisco de Asís)


Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.

Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.

Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.








jueves, 26 de septiembre de 2019

UNA NOCHE CON SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Mejor dicho, 24 horas

El 29 de septiembre la Iglesia celebra a los tres arcángeles: san Miguel, san Gabriel y san Rafael.


Esta comunidad de clarisas se está preparando para la gran fiesta de san Miguel con una bonita novena compuesta de oraciones, cantos y procesiones por el claustro del convento.

Como somos nueve hermanas, se hizo un sorteo. A cada una le tocó un número. Ese era el día de la novena que le tocaba adornar su celda para recibir la imagen de san Miguel que estaría 24 horas, hasta que saliera en procesión hacia la celda de otra hermana. Así los nueve días de la novena.


Está siendo una experiencia preciosa pasar 24 horas con el cuadro bendecido de san Miguel en nuestra celda. Cierras los ojos mirándolo y rezándole. Por la mañana, al despertar, lo primero que ves es su imagen. Notas una PRESENCIA, es algo que se experimenta, se vive, pero no se puede expresar con palabras.


Nuestro padre san Francisco era muy devoto del Arcángel San Miguel. Se preparaba para su fiesta no con 9 días, sino con 40 días. Hacía una cuaresma de oración y ayuno en su honor. Fue en una de estas cuaresmas, en el año 1224, estando en oración en el monte Alverna, cuando recibió la impresión de las llagas un 17 de septiembre.

Todavía quedan unos días para la fiesta de san Miguel. 
Invitamos a los seguidores de nuestro blog a dedicar un rato para rezarle o escuchar alguna charla que pueda instruirle sobre tan excelso Ministro del Altísimo.


Ofrecemos tres enlaces de YouTube para quien le interese el tema. (Haces clic sobre el enlace)

Uno del conocido padre Fortea, donde presenta su libro: 

               "Historia del mundo angélico”

https://www.youtube.com/watch?v=on3VtSAL4-Q


Entrevista al Sacerdote católico, demonógo y escritor José Antonio Fortea a raíz de la publicación de su libro "Historia del mundo angélico"

Otro un audio donde se lee algún capítulo de ese libro.

José Antonio Fortea es un sacerdote católico y teólogo especializado en demonología. Es un autor en el campo teológico, especialista en temas referentes a án...

Y las 7 apariciones de san Miguel.

Las 7 apariciones más importantes de San Miguel Arcangel a los hombres TEKTON NECESITA TU APOYO PARA CONTINUAR CON SU LABOR APOSTÓLICA Y CARITATIVA, SI PUEDES ...
“¡Quién como Dios, nadie como Dios!” 

fue el grito de Miguel ante la desobediencia de los ángeles rebeldes.


En esta lucha Luzbel y sus seguidores fueron arrojados al abismo. Perdió la batalla en la lucha del cielo.



En la tierra también perdió, pues Jesucristo le venció en la cruz.



Pero Satanás, Luzbel y sus seguidores siguen haciendo la guerra, sembrando la confusión y la mentira entre los hombres.

¿Cómo?
Haciéndonos creer que no existen. Y que el infierno no es real



Se ha perdido la conciencia de pecado. Estamos en la era del relativismo moral. Todo está permitido, mientras a mí me parezca bien. Nos olvidamos de la Ley de Dios, que fue dada a los hombres para su bien. 


EL PECADO ES UNA OFENSA A DIOS Y UNA HERIDA DEL ALMA

Si es mortal elimina del alma la vida de Dios. Y si un hombre muere sin arrepentirse en pecado mortal no salva su alma que es inmortal. Se pierde para siempre. 

Toda una eternidad separada de Dios que es luz, amor, belleza, armonía y la suma de todo lo bueno que podamos soñar e imaginar.



¿Quién provoca las guerras, la división en las familias? 



¿los divorcios, los abortos?



¿la droga, el alcoholismo?




¿Quién inspira horripilantes crímenes o torturas a seres humanos?

En estos tiempos recios acudamos a san Miguel Arcángel con esta oración:



San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
Creada por el Papa León XIII


viernes, 6 de septiembre de 2019

PRIMEROS VIERNES


Hoy 6 de septiembre, primer viernes de mes está dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. Podemos dedicar un rato del día a recogernos en silencio, soledad y oración para unirnos a Jesús y repararle por tanto desamor como recibe de la mayor parte de los hombres.


Él prometió a santa Margarita Mª de Alacoque que todo el que confiese y comulgue nueve meses seguidos el primer viernes de cada mes, no se condenaría para siempre.

Seamos amantes de nuestra propia alma y hagamos lo posible por salvarla. Solo tenemos que amar a Jesús, a su bendita madre y rezar. Pues el que reza se salva.

En este año dedicado al Sagrado Corazón de Jesús proponemos cada primer viernes unas reflexiones y oraciones para los seguidores de nuestro blog.
El mes pasado hablaba el padre Mendizábal S. J. de la reparación afectiva hacia el Santísimo Sacramento del Altar. Hoy nos propone la reparación afectiva hacia la sacratísima pasión de nuestro salvador.

MEDITACIÓN
Padecer con Cristo

Hay personas que tienen una sensibilidad especial hacia el misterio de Cristo Crucificado en ellos hay un matiz reparador hacia la pasión del Señor que es olvidada e ignorada.

 El sentido  reparador cristiano está fundado en un inmenso amor a Dios y en un amor hacia los hombres que hace sentirnos solidarios con el pecado del mundo.

El sentido reparador podemos vivirlo en nuestra vida cotidiana, en un  cumplimento sencillo de nuestros deberes con tal de que lo vivamos con ese sentimiento interno, con ese amor intenso, con esa voluntad de compensación, en un impulso de fidelidad cada vez mayor para compensar ese desamor que pesa sobre nosotros y nos hace más abiertos a la redención universal y al amor del Padre y de Cristo.

La reparación afectiva no consiste únicamente en consolar en el sentido humano.

Y llegamos con esto al gran misterio de la crucifixión de la muerte, al misterio de la corredención dolorosa con Cristo.

Es el misterio de nuestra reparación aflictiva.

Vamos a tratarlo con la luz del Señor de comprender, de penetrar al menos un poco para captar lo que significa en nuestra vida y para barruntar nuestra unión con la pasión con Cristo, de manera que se cumpla la palabra del apóstol:

“Realizo en mí lo que falta al pasión de Cristo por su cuerpo que es la iglesia”.

La eucaristía es la fuente del amor.

Jesucristo en la Eucaristía verdaderamente vive y actúa quiere decir que ahora nosotros no solo estamos activamente adorando al Señor sino que estamos bajo el influjo de su amor, bajo su mirada amorosa que penetra dentro, que infunde amor porque es perpetuación de la oblación del sacrificio de Cristo que está ahí dándose a nosotros e infundiendo en nosotros el mismo espíritu de entrega y de amor.

Por eso a la Eucaristía no venimos solo a hacer algo de nuestra parte, venimos a recibir y dejarnos hacer bajo la mirada del Señor.

Hemos de dejar que ese amor de Cristo nos penetre porque ese amor de Cristo con sus características ha de constituir el fondo de nuestra reparación, produciendo en nosotros la unión con el Padre, la unión con los hombres, la sensibilidad a las ofensas del Padre y al mal de los hombres y la voluntad de evitar el pecado por una parte y un crecimiento de amor intenso, cada vez más intenso, compensador por otra.

Invitados pues por esa amistad del Señor que nos llama amigos, vamos a tratar con su gracia y su luz de penetrar en el último aspecto que indicábamos:

EL MISTERIO DE NUESTRA PARTICIPACIÓN DE LA REDENCIÓN DE CRISTO.

Si volvemos de nuevo nuestra mirada al Corazón de Cristo, que nosotros participamos del Espíritu Santo vemos que ese amor sensible a la ofensa del Padre y al mal de la humanidad le lleva a dar un paso más, el hacerse hombre, de aceptar nuestra condición, de aceptar nuestra naturaleza humana, sin excepciones de su condición mortal como consecuencia del pecado del hombre. Así el Señor toma esa naturaleza sobre sí hasta la muerte, la expresión la encontramos en el capítulo décimo a la carta a los hebreos:

“Al entrar Cristo en el mundo dijo: “Padre no has querido holocaustos ni sacrificios, pero me has dado un cuerpo, aquí vengo Padre para cumplir tu voluntad”.


Y en esa voluntad única hemos sido santificado todos, cuando el Señor en el capítulo doce de san Juan ante la proximidad de su muerte y de una muerte rodeada de circunstancias dolorosas y humillantes se siente turbado y exclama: 


Padre, pase de mí esta hora. Pero si he venido para esta hora hágase tu voluntad”. 

Esa indicación tan impresionante y conmovedora - si he venido para esto- nos revela todo el misterio del amor de Cristo que se ha hecho hombre, aceptando esa condición humana que terminara en la muerte de cruz y ante la presencia de esa muerte dice: “Si he venido para esto”.

Cuando en la hora Santa frecuentemente nos ocupamos en la consideración de la pasión del Señor y particularmente de su agonía en el huerto no lo hacemos simplemente por un deseo de tener lástima del Señor ante los sufrimientos de Cristo. Nosotros podríamos adoptar una postura humana, la compasión en sentido humano, la lástima, tener lástima de los sufrimientos de Jesús, sería la consolación de quien acercándose a uno que sufre,  trata tener para con él ese sentimiento tan humano, tan comprensible que sentimos hacia los que sufren, aun cuando no tengamos ningún sentimiento particular, ningún trato con ellos.


Al contemplar la pasión, al participar en la hora santa, no vamos simplemente a tener lástima de Jesús, esto es lo que muchas veces puede haber empequeñecido la visión de la devoción al Corazón de Cristo, como si pretendiéramos presentar el cristianismo, como una multitud de gente que continuamente tiene que estar teniendo lástima al Señor porque siempre necesita de nuestra consolación y no es ese el sentido profundo.

Nos acercamos a la pasión de Cristo para con-padecer con él, que es muy distinto. Para tener esa postura de compadecer con una persona, es necesario el haber estado antes profundamente compenetrado con ella.


Imaginemos un matrimonio muy unido, muy bien preparado y llega el momento de la prueba, supongamos que el marido es llevado a la prisión, es procesado, atormentado, al final ajusticiado. Y ese hombre lleva esa persecución con un temple cristiano, de perdón a sus enemigos, de ofrecimiento de sus sacrificios, de espíritu de redención, y su mujer tan compenetrada con él, tan preparada como él, está cerca, presente a sus sufrimientos.

Tendríamos que decir que esta mujer, no es que simplemente tiene lástima de su marido en esas circunstancias, sino mucho más, tiene las mismas actitudes de sufrir que su marido, tiene su mismo amor, su misma generosidad, su mismo perdón para sus enemigos, su mismo espíritu de oblación, con-padece con él.


La Virgen al pie de la cruz no es que solamente tiene lástima de Jesús, lástima de su hijo, sino que con-padece con él.


Nosotros nos acercamos a la pasión de Cristo, a ese misterio, escuchando la palabra del Señor, que siente turbación en su Corazón, siente temor, tristeza, angustia. El preludio del misterio de la agonía en el huerto expresado, en el capítulo doce de san Juan: 

Padre líbrame de esta hora, Padre si es posible pase de mi este cáliz”. Al escuchar su palabra, “pero si he venido para esto”, ahí es donde tenemos que entrar en una actitud de sufrir con Cristo, esto es lo que para nosotros sería fundamental.

Tenemos que distinguir entre el sufrimiento y la actitud con que sufrimos.

Puede ser el sufrimiento de una enfermedad, de la rotura de un brazo, y otra cosa es la actitud con que se encaja ese sufrimiento, 

la postura interior, lo que uno hace como persona en ese momento.

ORACIÓN

Adorado y Amadísimo Cristo, 
ruego con humildad me mires benignamente.

Te amo y Reverencio en nombre 
de todas las criaturas humanas 
y reconociéndome pecador 
e inmerecedor de tanto Amor,
ruego vengas en auxilio de mi Alma,
a la que deseo librar de los momentos
en que la contrito y la llevo a padecer.



Coloco mi Alma frente a Ti, Señor mío
Ella añora Tu Amor, el que le niego
siendo tan humano, porque desprecio 
lo que me imanta hacia Ti.



Deseo salvar mi Alma liberándola 
de los momentos indebidos a los que 
mi voluntad humana tiende con mayor frecuencia.



Dadme la sabiduría y la humildad para que 
mi voluntad busque Tu presencia Señor
y así unida a Ti, sea fiel 
a Tu Santísima Voluntad.



Cristo, limpia mi corazón del desamor

Cristo, limpia mi voluntad y guíame hacia Ti


Cristo, limpia mi mente y así céntrame en Ti


Cristo, limpia mi pensamiento de lo indebido


Cristo, limpia mis ojos para no mirar lo que no debo


Cristo, limpia mis oídos para no escuchar lo que te ofende


Cristo, limpia mi lengua para que no enjuicie al prójimo


Cristo, limpia mi razón para que no sea soberbia


Cristo, limpia mis sentimientos para no despreciar al hermano


Cristo, limpia mis sensaciones para que no me lleven a actuar mal


Cristo, limpia mi conciencia para que no me turbe y me equivoque


Cristo, limpia mi historia de vida, para no juzgar por mi pasado


Cristo, limpia mi pasado para que sea criatura nueva en Ti


Cristo, limpia mis manos para que no se levanten contra el hermano


Cristo, limpia mis pasos para que se dirijan únicamente hacia Ti


Cristo, límpiame y renuévame


Cristo, por Tu Cruz enséñame a perdonar


Cristo, por Tu Cruz enséñame a no gustar de la soberbia


Cristo, por Tu Cruz enséñame a no murmurar


Cristo, por Tu Cruz enséñame a mirar el dolor


Cristo, por Tu Cruz enséñame a amar como Tú


Cristo, por Tu Cruz enséñame a ser humilde


Cristo, por Tu Cruz enséñame a ser bondadoso


Cristo, por Tu Cruz enséñame a ser siervo útil a Ti


Cristo, por Tu Cruz enséñame a vivir en fe, esperanza y caridad.



Levántame Cristo mío y enséñame 
que la perfección eres Tú 
y yo debo tender a la perfección, 
no exigir al prójimo lo que debo ser yo.
Heme aquí frente a Ti, dame de beber Tu Amor
y limpia Mi Voluntad.


Heme aquí, Cristo mío, pido Tu perdón.

 Amén.