domingo, 16 de junio de 2013

LA ORDEN FRANCISCANA SEGLAR CELEBRÓ SUS 200 AÑOS


LA TERCERA ORDEN FRANCISCANA CELEBRA SUS 200 AÑOS DE PRESENCIA ININTERRUMPIDA EN VILLARROBLEDO

Ayer sábado, 15 de Junio de 2013 tuvimos en nuestra iglesia una solemne Eucaristía con los Terciarios Franciscanos.
Celebró D. Juan Julián Castillo Zafra, capellán de la Comunidad. Le acompañó Fray Paco Pinoso, diácono franciscano que está en la Comunidad de Albacete.
La fraternidad de Villarrobledo conserva un documento donde están apuntados todos los hermanos que han formado parte de la O. F. S. desde 1813.
Aunque sabemos por las Crónicas del Padre Pablo Manuel Ortega, O. F. M., que a mediados del siglo XVII, ya había seglares que vestían el hábito de penitencia. Entre ellos nombra a dos Venerables mujeres: María de Jesús y Quiteria de Jesús. La Venerable María de Jesús, enterrada en la Iglesia Parroquial de San Blas, tuvo una gran repercusión en su época. Fallecida con fama de santidad, se incoó su proceso en Toledo. El Dr. Blas Franco Fernández, escribió su vida. Impresa en dos volúmenes de más de 500 páginas cada uno, en la Imprenta imperial de Madrid. Estos dos ejemplares, según el PABI, están diseminados por toda la geografía española. Esta venerable mujer es la “estrella” de toda la Provincia Franciscana de Cartagena-Murcia, según las Crónicas del P. Ortega.

D. Juan Julián en la homilía habló del Origen de la Orden Franciscana Seglar, de sus estatutos aprobados por la Sede Apostólica.  Explicó de la historia de la Orden en nuestro pueblo de Villarrobledo, su origen, esplendor, decaída y resurgir en 1813. Terminó animando a los hermanos a responder con su vida al tiempo actual, contribuyendo con su testimonio al modelo de humanización realizado en la persona de Cristo, para ser luz. Sus últimas palabras: “Que San Francisco y Santa Clara os acompañen en vuestro camino de fe, para que liberados del pecado podáis caminar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.”
En el momento del ofertorio se presentó un generoso donativo para Cáritas y una representación del los alimentos que se trajeron a la iglesia para compartir con los pobres.
Terminada la ceremonia se dio a venerar la reliquia de San Francisco y Santa Clara.
Después pasaron al locutorio del convento para tomar un ágape.
 
 
 
 

 

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