DÍA TERCERO
PRESENTACIÓN DE LA
SANTÍSIMA VIRGEN
CANTO: Humilde Nazarena, ¡oh, María!
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros
enemigos, líbranos, Señor, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Amen.
ACTO DE CONTRICIÓN: Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre
verdadero…
ANTÍFONA: Elijo y consagro este templo para que esté en él mi
nombre eternamente. Mi corazón y mis ojos estarán siempre en él. (2º Crónicas
7, 16)
ORACION PARA TODOS LOS DÍAS
Virgen Santísima del Remedio que en tu solicitud de Madre de los hombres no te cansas de idear prodigios para remediar nuestras muchas necesidades y que dejándote señalar en el humilde barro de una teja, recibes la veneración de estos hijos que en Ti confían, a cambio de los innumerables beneficios que les dispensas.
Permite, Madre de bondad y ruega a tu Divino Hijo que se graben cada vez más en nuestra alma sus saludables ejemplos para que siguiendo las huellas de sus virtudes y estampándolas en el frágil barro de nuestra humana condición, la transformen y eleven a las alturas de la gracia para más tarde hacerla participar de los esplendores de la gloria. Amén.
MEDITACIÓN:
PRESENTACIÓN DE LA
SANTÍSIMA VIRGEN
PUNTO 1º. Se deduce de la Sagrada Escritura y se ve confirmado por la tradición de los Santos Padres que los judíos piadosos tenían la costumbre de llevar a sus hijas al Templo para que allí vivieran consagradas al servicio de Dios y recibieran perfecta educación.
(Breve silencio
meditando)
PUNTO 2°. No a todos nos llama Dios a la vida del sacerdocio o del estado religioso; pero cada uno tenemos nuestro destino marcado por Dios Ntro. Señor y estamos obligados a cumplirlo. Tan importante es esto en la vida del hombre, que de acertar o no acertar con nuestra vocación depende nuestra suerte temporal y muchas veces hasta la eterna.
Vean en esto los padres la tremenda responsabilidad que les alcanza. Los hijos son depósitos sagrados que Dios les confía y no pueden oponerse a sus legítimas aspiraciones, sobre todo cuando éstas se encaminan a un estado de mayor perfección.
(Breve silencio meditando)
ORACIÓN DÍA TERCERO
Virgen prudentísima que, apreciando el mérito de la virginidad y deseando conservarla intacta, buscaste desde niña el templo como lugar de retiro y te consagraste al Señor para que Él solo aspirara el perfume de tu pureza original, dando así admirable ejemplo a las doncellas de aquel tiempo; infúndenos, Virgen Santísima del Remedio, un vivo deseo de conservar y acrecentar la gracia de nuestras almas; y si fuera voluntad de Dios que para lograrlo viviéramos en el retiro y penitencia del claustro, ilumina nuestra inteligencia para que con claridad veamos los destinos de la Divina Providencia sobre nosotros, y mueve nuestra voluntad para corresponder a ella con prontitud y diligencia; ya que nosotros sólo queremos lo que sea del mayor servicio de Dios, honor vuestro y bien de nuestra alma. Amén
(Tres Ave Marías, Petición y Oración final)
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Virgen Santísima del Remedio, salud de los enfermos, consuelo de los afligidos y amparo de los que te invocan, no podemos alejarnos de tu presencia sin que antes recordemos con gratitud los beneficios recibidos de tus manos. Tú vienes a nuestras casas cuando la enfermedad hace presa en alguno de nuestros miembros y al momento renace la tranquilidad y se despeja el horizonte de nuestras esperanzas. A Ti acudimos cuando la barquilla de nuestra fe amenaza naufragar en los escollos del mar proceloso de las pasiones, y eres faro esplendente que le señala el norte de la virtud y brisa suave que le alienta para arribar al puerto de la gloria. Tú eres la compañera inseparable de esta Comunidad que te guarda y venera como su tesoro.
HIMNO A LA VIRGEN DE LA
TEJA
Desde la tierra que nos engendra,
junto a la vida que Dios me dio,
he recibido por Madre tierna
la misma Madre del Redentor.
Busca el amparo bajo la Teja,
que nos protege como al Señor.
¡Qué bien me acuna!, ¡qué bien me
mece!
la misma Madre que al Salvador.
Ella me guarda bajo su manto,
y me conserva en el corazón.
Ella me cubre cual dulce Teja
de frío y lluvia de mal y sol.
En un convento de pobres Claras,
quiso María grabar un don,
sin moldearlo en barro cocido
para que crezca como el amor.
Sienta la Tierra dócil y limpia,
los mismos dedos del Creador.
Sienta mi alma la dulce dicha
de Nazaret en la Anunciación.
Ella me guarda bajo su manto,
y me conserva en el corazón.
Ella me cubre cual dulce Teja
de frío y lluvia de mal y sol.
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