EL LEÓN DE LA TRIBU DE JUDÁ
Hoy,
domingo de Resurrección se cumple en Cristo la bendición
que el patriarca Jacob hizo a su hijo Judá (Génesis, 49).
A su linaje pertenecen el Rey David
y el Mesías:
“Judá, te alabarán tus hermanos;
tu mano estará sobre el cuello de tus enemigos;
los hijos de tu padre se inclinarán a ti.
Cachorro de león es Judá.
tu mano estará sobre el cuello de tus enemigos;
los hijos de tu padre se inclinarán a ti.
Cachorro de león es Judá.
No será quitado el cetro de Judá
ni el bastón de mando de entre sus pies,
hasta que llegue el Príncipe de la paz,
ante él se congregarán los pueblos”.
ni el bastón de mando de entre sus pies,
hasta que llegue el Príncipe de la paz,
ante él se congregarán los pueblos”.
Liturgia de estos días santos está
impregnada de la Victoria de Cristo.
Victoria, tú reinarás, oh Cruz, tú nos salvarás.
Cantábamos en Semana Santa.
Ahora en Pascua nuestro canto es:
“Lucharon vida y muerte en singular
batalla y muerto el que es la vida, triunfante
se levanta.
Rey vencedor, apiádate, de la miseria humana y da a tus fieles
parte en tu victoria
santa”.
Es el triunfo de la Vida sobre la
muerte.
El triunfo del amor sobre el odio.
El triunfo de la luz sobre las
tinieblas.
El triunfo del bien sobre el mal.
Nunca nadie ha salido vivo de un
sepulcro, solo Jesucristo.
Con su resurrección ha hecho nuevas
todas las cosas.
Ha dado una esperanza a la humanidad, redimida para siempre de la
esclavitud del pecado.
Cuando nos sintamos abrumados por
situaciones que superan nuestras fuerzas;
cuando los designios de Dios sobre
nuestra vida o sobre nuestros seres queridos nos parecen un libro sellado con
siete sellos y tenemos que cumplir esos designios sin entenderlos;
entonces es la hora de ponernos de
rodillas y gritar con toda nuestra fe:
"¡Ha vencido el león de la tribu de Judá, él abrirá el libro y sus
siete sellos!"
Esta Palabra fue dirigida al
Apóstol Juan mientras estaba desterrado en la isla de Patmos por haber
predicado la Palabra de Dios y haber dado testimonio de Jesús. (Ap 1,9)
Él vio un Cordero degollado, es
decir muerto, y que sin embargo está de pie, es decir ¡resucitado!
Jesús fue crucificado en el
Calvario. Con su muerte victoriosa, "cumplió las Escrituras".
Ha regresado a la Vida el Amado,
que sostuvo tan dura batalla.
"Yo vencí -dice el propio Resucitado en el Apocalipsis— y me senté
en el trono de mi Padre" (Ap 3,21).
Con estas palabras tomadas del
libro del Apocalipsis queremos felicitar la Pascua a todos los seguidores de nuestro blog
Unidos a Cristo saldremos
vencedores.
Porque su victoria ha sido nuestra
victoria.
Cuando estos días santos
contemplábamos su pasión y muerte vimos que sostuvo una dura batalla soportando
con paciencia, por amor a la humanidad, un sufrimiento desgarrador en su cuerpo
y en su alma.
La victoria fue precisamente su muerte
aceptada en total obediencia al Padre por amor a los hombres.
Se sometió incluso a la muerte de
cruz, por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el
“Nombre-sobre-todo-nombre”
Estos días de Semana Santa
contemplábamos la profecía de Isaías 53:
El Cordero de Dios llevado al
matadero cargando con nuestras culpas.
Él convirtió el patíbulo de la Cruz
en una fecunda fuente de vida y bendición.
No podemos olvidar la unidad del
misterio pascual de Cristo, su paso dinámico a través de la muerte.
El que vive es el mismo que pasó por la muerte y por la oscuridad del
sepulcro.
Ya no habrá marcha atrás
Se ha instaurado la plenitud de los tiempos.
Ahora se nos pide el ser testigos de este acontecimiento,
transmitir esta alegre noticia.
Testigo es el que se acerca a Jesús
y le siente vivo; el que se ha encontrado con él por medio de la fe, los
sacramentos, la Palabra de Dios.
Anunciemos La Buena Noticia del
Evangelio a toda la Creación.
Infundamos esperanza en medio de un
mundo hundido por el dolor de esta trágica pandemia, las guerras, el hambre,
el terrorismo.
Mantengamos siempre viva la llama
de la fe, viviendo la caridad en las situaciones concretas que nos toca vivir.
Paz y bien
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