Es el titular de nuestra iglesia y de nuestro monasterio.
La imagen central del retablo aparece adornada con flores
en el día de su fiesta.
Sólo de san Juan Bautista, como de
Cristo y de la Virgen María, se celebra solemnemente su nacimiento (24 de
Junio). Podemos deducir la fecha de su natividad, pues cuando María concibió al
Salvador, la madre del Precursor estaba ya en el sexto mes del embarazo (cfr.
Lc 1,26.30).
Además la solemnidad del 24 de Junio
está ligada al ciclo solar, en el hemisferio norte. Se celebra cuando el sol,
dirigiéndose hacia el sur del zodiaco, comienza a descender: hecho que resulta
un símbolo de la figura de Juan, que refiriéndose a Cristo, había declarado:
"Él debe crecer y yo en cambio tengo que disminuir" (Jn 3,30).
En la frontera entre el Antiguo y el
Nuevo Testamento descuella la figura de san Juan, hijo de Zacarías y de Isabel,
ambos "justos ante Dios" (Lc 1,6), uno de los más grandes personajes
de la historia de la salvación.
·
Todavía
en el vientre de su madre, Juan reconoció al Salvador, también escondido en el
vientre de la Virgen María (cfr. Lc 1,39-45).
·
Su nacimiento estuvo marcado por grandes prodigios (cfr. Lc 1,57-66).
Su nacimiento estuvo marcado por grandes prodigios (cfr. Lc 1,57-66).
·
Creció
en el desierto, llevando una vida austera y penitente (cfr. Lc 1,80; Mt 3,4).
·
"Profeta
del Altísimo" (Lc 1,76) descendió sobre él la palabra de Dios (cfr. Lc
3,2).
·
"Recorrió
toda la región del Jordán, predicando un bautismo de conversión para el perdón
de los pecados" (Lc 3,3).
·
Como
nuevo Elías, humilde y fuerte, preparó al Señor un pueblo bien dispuesto (cfr.
Lc 1,17).
·
Según
el plan de Dios, bautizó, en las aguas del Jordán, al mismo Salvador del mundo
(cfr. Mt 3,13-16)
·
A
sus discípulos les señaló que Jesús era el "Cordero de Dios" (Jn
1,29), el "Hijo de Dios" (Jn 1,34), el Esposo de la nueva comunidad
mesiánica (cfr. Jn 3,28-30).
·
Por
su heroico testimonio de la verdad (cfr. Jn 5,33) fue encarcelado por Herodes,
que le hizo decapitar (cfr. Mc 6,14-29), convirtiéndose así en precursor del
Señor en la muerte violenta, como lo había sido en su nacimiento prodigioso y
en la predicación profética.
·
Jesús
hizo un grandioso elogio de él, proclamando que
"entre los nacidos de
mujer no hay uno más grande que Juan" (Lc 7,28).
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