Oh Dios, Padre de bondad, que has enriquecido a tu Iglesia con santos sacerdotes y almas consagradas. Agradecidos por este gran don, te pedimos, que por medio de tu Hijo Jesucristo, suscites abundantes vocaciones que respondan con generosidad a tu llamada para la extensión de tu Reino y que ninguno de tus hijos se pierda.
Señor Jesús, que diste tu vida por
nosotros y sigues llamando “HOY”
como entonces, danos cristianos conscientes de su bautismo que se atrevan a
seguirte con generosidad a través del sacerdocio o de la vida consagrada.
Que la respuesta de san Pedro al Divino
Maestro, “Tú sabes que te quiero”, ayude a cuantos llames, a decir un “SÍ” total al Señor. Amén.
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