MIÉRCOLES DE CENIZA
Espigamos algunos textos de la liturgia de hoy para alimentar
nuestra oración personal en este tiempo fuerte de la Cuaresma.
“La Cuaresma lleva consigo una llamada de Dios a la
conversión, para reconocer que nos hemos extraviado y orientar nuestra vida de
acuerdo con la voluntad de Dios” (Monición de entrada de la misa)
“Concédenos, Señor, comenzar el combate cristiano con el
ayuno, para que, al luchar contra los enemigos espirituales, seamos
fortalecidos con la ayuda de la austeridad” (Oración colecta de la misa)
“Concédenos, Señor, por medio de las prácticas cuaresmales,
alcanzar el perdón de los pecados y emprender una vida nueva a imagen de tu
hijo resucitado” (Bendición de la ceniza)
“La Cuaresma es un camino de preparación hacia la Pascua del
Señor. Un tiempo para que caer en la cuenta de qué hay en nuestra vida que
debemos cambiar y mejorar. Un tiempo de renovación de nuestro corazón, nuestros
sentidos, nuestras actitudes, para acoger a Dios.
En el Evangelio aparecen los tres pilares de la Cuaresma: AYUNO,
para liberarnos de las cosas que nos esclavizan, LIMOSNA, para compartir con
los necesitados, ORACIÓN para tener un encuentro con Dios y pedirle que nos
ayude” (Don Daniel Galindo, de la homilía de la misa)
“Pedimos a Dios por nosotros, que hemos recibido la ceniza,
para que tomemos en serio la oración, la limosna y el ayuno y no echemos en
saco roto la gracia de Dios”. (Preces de la misa)
“Que nuestros ayunos sean gratos a tus ojos y nos sirvan de
medicina”. (Oración poscomunión)
“Di a los hijos de mi pueblo:
Aunque vuestros pecados lleguen hasta el cielo, aunque sean como
púrpura, si os convertís a mí de todo corazón y decís: “Padre” os escucharé
como a mi pueblo santo”. De la segunda
lectura del Oficio.
Enternecen y estremecen estas palabras de Dios hacia su
pueblo, que anda fuera de su camino. La conversión, según el autor sagrado, consiste
en un volverse a Dios y llamarle PADRE, viviendo como hijo suyo.
Parece que Dios nos pregunta:
¿Dónde estás? ¿Hacia dónde caminas con tus actos?
“El Señor, tu Dios, te eligió para que fueras, entre todos
los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad” (Lectura de laudes)
Tomemos conciencia de que somos propiedad de Dios, vivamos en
su presencia no nos escondamos de Él con nuestras malas obras.
En el 4º Domingo de Cuaresma de este año (Ciclo C) aparece el
Evangelio del capítulo 15 de san Lucas, la parábola del Hijo pródigo. Al final
de la misma encontramos estas palabras que debemos traer a la memoria durante
estos días:
“Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo.
Deberías alegrarte porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba
perdido y lo hemos encontrado”