SAN MIGUEL, SAN GABRIEL Y SAN RAFAEL
A san Miguel se le representa con escudo y espada, con un
dragón vencido a sus pies.
Se trata de un lenguaje simbólico, que nos quiere transmitir
la convicción de que Dios, a través de estos arcángeles nos ayuda en nuestra
lucha contra el mal de este mundo.
En la Biblia aparecen con mucha frecuencia los ángeles.
Ángel significa en griego enviado, mensajero.
Son innumerables.
Los principales son llamados arcángeles, príncipes de los ángeles. En la Biblia
solo aparece el nombre de tres.
Miguel: Significa Quién como Dios
Gabriel: Significa Fortaleza de Dios
Rafael: Significa Medicina de Dios
El culto a san Miguel y san Rafael ya era conocido entre los judíos.
ITALIA
En los orígenes del cristianismo ya comenzó la devoción a san Miguel.
La primera iglesia dedicada a San Miguel arcángel, la hizo construir el emperador Constantino, en el siglo V, en la Vía Salaria.
Fue consagrada por el papa el día 29 de septiembre.
Diversas apariciones y hechos prodigiosos
han dado lugar a un culto especialmente intenso en Italia.
En el Monte Gárgano
se apareció por primera vez el arcángel san Miguel, en una gruta en el año 490, luego se sucedieron manifestaciones prodigiosas.
"Soy el Arcángel Miguel, aquel que continuamente está en la presencia de Dios. Deseo que este lugar sea conocido y venerado en toda la tierra y sea privilegiado.
Quise probar con ese acontecimiento maravilloso [el de la flecha], que todo lo que se obra en este lugar, sucede por voluntad de Dios.
Él es quien me ha constituido protector y defensor de este lugar".
El obispo, después de escuchar el prodigio de la flecha, convoco tres días de oración y penitencia.
Al final de estos tres días San Miguel Arcángel se le apareció en un sueño diciendo:
«Yo soy el Arcángel Miguel y estoy siempre en presencia de Dios.
La caverna es sagrada para mí, es una elección mía, yo mismo soy su Ángel Custodio.
Allí en donde se abre la roca pueden ser perdonados los pecados de los hombres.
Lo que aquí se pida en oración, será escuchado.
Ve entonces a la
montaña y dedica la gruta al culto cristiano».
Millones de peregrinos y personajes ilustres la visitaron:
Papas, reyes, jefes de estados y muchos santos; san Anselmo, san Bernardo de Claraval, san Guillermo de Vercelli, san Alfonso de Ligorio, santa Brígida de Suecia.
San Francisco de Asís (que al no sentirse digno de entrar en la gruta, se quedó a rezar sobre el umbral)
Y el Padre Pío dónde vivía muy cerca en san Giovanni Rotondo.
San Pío siempre decía a sus fieles devotos que antes de venir a verlo, primero tenían que pasar por el arcángel san Miguel.
FRANCIA
(Mont Saint Michel)
Aseguran las Crónicas que, a petición del propio Arcángel San
Miguel, el obispo de Avranches, Aubert (a quien está dedicada una pequeñísima
capilla románica situada en uno de los extremos del peñón) , levantó la iglesia
original en el año 709.
Visitando uno de los museos de esta Abadía, el guía cuenta que se conserva el cráneo de este obispo con un agujero, como señal de que realmente el arcángel se le apareció.
ESPAÑA
(Aralar)
En la evangelización de la tierra de los vascones la devoción a San Miguel tuvo su importancia y llegó a constituir, a partir del siglo X, uno de los cultos mayores impulsados por los reyes de Pamplona, junto al tributado a la Virgen María.
Por eso, buena parte de las más antiguas iglesias
y ermitas del reino se pusieron bajo la advocación del príncipe de la celestial
milicia.
En Aralar ya existía en el siglo IX un templo prerrománico dedicado a san Miguel.
Según cuenta la leyenda, en el siglo VIII, antes de existir los reyes de Navarra, se apareció a un noble caballero llamado Teodosio. Este noble imploró la protección de san Miguel.
El arcángel se le apareció y le libró del grave peligro. En agradecimiento, Teodosio y su esposa mandaron construir un templo en honor de san Miguel.
FIESTA LITÚRGICA
Antes de la reforma de 1969 se celebraba:
San Miguel el 29 de septiembre.
San Gabriel el 24 de marzo (víspera de la Anunciación).
San Rafael el 21
de octubre.
Después del Concilio se han unificado y celebramos en un solo
día a los tres arcángeles.
No sabemos cómo son los arcángeles, pero sí sabemos cómo
actúan en relación a Dios y a nosotros.
EL ARCÁNGEL SAN MIGUEL
Capitanea a los seguidores del Mesías en su lucha contra el espíritu del mal.
Así aparece en el Apocalipsis:
“Se trabó una batalla en el cielo; Miguel y sus ángeles
declararon guerra al dragón. Lucharon el dragón y sus ángeles, pero no
vencieron, y no quedó lugar para ellos en el cielo.
Y al gran dragón, a la serpiente primordial que se llama
diablo y Satanás, y extravía la tierra entera, lo precipitaron a la tierra y a
sus ángeles con él.
Se oyó una gran voz en el cielo:
“Ya llega la victoria, el poder y el reino de nuestro Dios, y
el mando de su Mesías. Porque han derribado al acusador de nuestros hermanos”.
En el libro de Daniel (10, 13. 21; 12, 1), Miguel es el
príncipe que lucha contra el demonio y defiende al pueblo de Dios. En la carta
de san Judas (versículo 9) se le llama arcángel san Miguel.
EL ARCÁNGEL SAN GABRIEL
Aparece en el libro de Daniel explicándole el sentido de sus
diversas visiones:
“Y oí una voz de hombre entre las riberas del Ulai, que gritó y dijo: Gabriel, enseña a éste la visión”.
“Aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel,
a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a
mí como a la hora del sacrificio de la tarde”. (Daniel 8, 16; 9, 21).
En el Evangelio es san Gabriel el que anuncia a Zacarías el nacimiento de Juan
y a la Virgen su elección como madre del Mesías.
EL ARCÁNGEL SAN RAFAEL
Es el arcángel que guio al joven Tobías en su viaje y luego
curó a su padre de la ceguera, tal como relata el libro de Tobías.
“Yo soy Rafael, uno de los siete
ángeles que están al servicio del Señor y tienen entrada a su gloriosa
presencia.
Los dos comenzaron a temblar y cayeron rostro en tierra
llenos de miedo.
Pero el ángel les dijo:
¡No temáis! ¡La paz sea con vosotros, y bendecid siempre a
Dios!
Yo he estado con vosotros, pero no por mi propia voluntad,
sino porque Dios así lo había decidido; por tanto, cada día debéis bendecirlo y
alabarlo.
Me visteis comer y beber, pero no me veíais a mí realmente,
sino a una mera apariencia.
Ahora pues, ¡bendecid al Señor sobre la tierra! ¡Reconoced a
Dios! ¡Yo subo ahora al que me envió!
Escribid todas estas cosas que os han sucedido. Y se elevó.
Ellos se levantaron, pero ya no lo vieron más.
Entonces comenzaron a bendecir y alabar a Dios, y a reconocer sus maravillas, pues un ángel de Dios se les había aparecido”.
(Tobías 12, 15-22)