YA ES EL SEGUNDO CARDENAL DE LA IGLESIA QUE VISITA LA
IMAGEN DE LA VIRGEN DE LA TEJA.
Ayer día 15 de septiembre, la
Iglesia hizo memoria de Nuestra Señora de los Dolores. Ese día, la Real
Cofradía del Santo Sepulcro y la Soledad invitó a su eminencia a celebrar la
eucaristía en la parroquia de San Blas de Villarrobledo. El motivo fue la
celebración del 75 aniversario de la imagen que fue realizada el año 1942 por
el escultor D. Jesús Castellanos Gómez.
El Cardenal visitó varios lugares interesantes
de Villarrobledo, entre ellos nuestro monasterio.
El Cardenal Calos Amigo Vallejo ante la imagen de la
Virgen de la Teja
Esta mañana nos ha celebrado una solemne eucaristía con una preciosa
homilía. Algunas ideas interesantes compartimos en nuestro blog:
EL AMOR NO SE VE, PERO QUEMA, SE SIENTE. ¿Qué hacen estas hermanas ahí encerradas? Hay muchos
enfermos que cuidar, niños que enseñar, hay que anunciar el Evangelio. Podemos
encontrar la respuesta en el Evangelio del día Lc. 6, 43-49. La Iglesia es un
templo, una “casa” que todos vamos edificando desde el lugar donde Dios nos ha
colocado. La misión de nuestras hermanas es ser el amor, que no se ve, pero se
siente, llenando de fuerza a los que trabajan en la construcción de este templo
que es la Iglesia.
Aquí viven unas mujeres que están
dedicadas solo a Dios. Estas paredes hablan de Dios en medio de la ciudad. Y a
Dios lo llevamos dentro de nosotros mismos, podemos hablarle con intimidad y
confidencialidad.
HEMOS SIDO CREADOS PARA EL BIEN. Nos saca
de quicio tanto mal, porque el hombre no ha sido creado para eso. Sin embargo
nos sentimos a gusto ante un ambiente de bondad y unidad. Nos llena el corazón,
“se esponja”. Es la fuerza del amor que no se ve, pero se toca, se siente; y
para eso hemos sido creados, para gozar de Dios eternamente y Dios es amor.
EL SILENCIO. Hay silencios que matan. ¡Lo que
podemos hacer sufrir a las personas con nuestros silencios hirientes! Pero hay
un silencio necesario para el ser humano. Pues lo importante se vive y se
guarda en el silencio del corazón, como hizo la Virgen María. El silencio más
grande es el de la Eucaristía, presencia Viva de Nuestro Señor Jesucristo.